MI DESEO

El sexo no es tan importante
 

El sexo no es tan importante, repito no tan importante, Pero es importante. El sexo en la vida, es como un postre detrás de la comida. No es obligatorio comérselo, pero nos gusta pedirlo por qué nos causa placer.  Y un postre que va bien en cualquier momento de tu vida. Un nacimiento, postre, un gol de tu equipo favorito, postre, termino las oposiciones, postre, consigo un trabajo mejor, postre, como veis, va bien el cualquier acontecimiento. Cuando somos jóvenes, y no me refiero solo a la edad, porque sabemos qué hay jóvenes, que son como viejos y viejos, que son como jóvenes. El sexo se convierte en el postre principal, y con posibilidades de repetir a cualquier hora. Pero por el ritmo de vida que llevamos, el trabajo, el estrés diario, y el paso del tiempo, hace que el postre se vuelva a su posición original, después de los platos principales.   En algunos casos es un postre solo para sábados, fines de semana o en algunos casos un postre solo para saborear una vez al mes. Triste sí, pero sabemos que es verdad. Sin profundizar mucho en los horarios de comer postre, sabemos que hay infinidades de maneras de como los humanos, comemos postre. Por nombrar algunas, hay quien come postre por la mañana, otros por las noches, hay quien no tienen horario y hay quien está a dieta y se come algún capricho y también están los que comen postre a todas horas. Esos golosines que quieren empezar por el postre, y terminar con postre, esos son como yo les llamo los golosos lujuriosos. Pero como os decía al principio, el sexo no es tan importante, el sexo, por sexo, es vacío.

 No me entendáis mal, no hay cosa más rica que tener hambre, elegir plato delicioso, y recrearse en ese postre, muy despacio para que dure más rato, y más rato, y más, y más, más, ¡YA!, para luego ser devorado con ansia, ya me entendéis. Y cada uno a su casa. A eso me refiero, ese adiós y me vuelvo a quedar solo/a, que cuando es decisión mutua es fantástico. Pero luego te das cuenta de que el sexo no es tan importante, porque no te abraza, no ríe contigo, no llora contigo, no discute contigo, no se sienta a tu lado hasta quedarte dormido/a y no paga facturas. Como decía es sexo vacío. Pero si a nuestro ritmo de vida, le añadimos un postre sorpresa umm… La cosa cambia. Por ejemplo, me voy de viaje, y entre medias me como un postre, ¡maravilloso! Pero si me voy sola, conozco un sitio nuevo, conozco gente nueva y me lo paso genial. El sexo no es importe. Si caigo enferma, estoy en el hospital y vienen a visitarme, me ayudan y me acompañan y me cuidan, eso vale más que el sexo. Si estoy triste, o pasando una mala racha y alguien me dice, ¡vamos tranquila, ya saldremos adelante! El sexo no es importante. Si ha fallecido un familiar cercano y mis amigos, mi gente están a mi lado, el sexo no es importante. Si pierdo mi trabajo, y no sé cómo voy a llegar a fin de mes, el sexo no es importante. Como veis el sexo no lo es todo, necesitamos platos principales para poder disfrutar del postre. Si   tengo trabajo, llego casi a fin de mes y tengo una vida normal, entonces si necesito ese postre. Porque cuando uno/a está mal, no le apetece postre, y si por circunstancias nos tenemos que comer el postre, ni sabe igual, ni le ganas. Pero cuando estamos bien, un postre siempre, siempre viene bien. Recordar que el sexo no es tan importante, pero que nunca te falte un postre en tu mesa, o en la cama donde a cada uno le guste saborear su postre. 

 

 

¡y ahora el postre!
 

MI DESEO

 

Noviembre 2019

¿Qué te apetece más, el amor o el sexo?

Años atrás, la gente quería amor, alguien a tu lado  que te diera compañía, tranquilidad, y el sexo era secundario. No se le daba tanta importancia, o simplemente era tabú, no se hablaba, estaba mal visto hablar de intimidades, tanto dentro como fuera de tu círculo de amistades o familiares.

Para mí, gracias a dios eso ha cambiado, hoy en día puedes encontrarte a dos personas hablando de sexo de forma elegante   y tranquila e incluso aprender cosas que ni sabías. Todo esto hablado con elegancia, sin pasar por lo ordinario ni malos entendidos. Que un chico hablara de sexo, era casi normal, se entendía que el chico tenía que saber de ese tema, y era muy de apreciar esa sabiduría, pero que una mujer hablara abiertamente de ese tema daba lugar a malos entendidos. Ya por fin en la cama no se le deja toda la responsabilidad al hombre, que está muy bien dejarse llevar de vez en cuando, pero por fin las mujeres saben lo que quieren y saben cómo pedirlo en la cama.

 

CLAUDIA

Anais, desde los trece años, nunca había estado sola, siempre con pareja y casi siempre eran del mismo grupo de amigos. Anais se sentía sola, tenía un vacío que no sabía cómo llenar, notaba que le faltaba algo, pero no sabía qué. Su último novio, un chico que la quería mucho y se desvivía por hacerla feliz, lo pasó muy mal cuando Anais le dijo de romper la relación y al igual que sus otras parejas, era ella quien las dejaba. No había razón aparente para romper la relación, pero Anais, pasado un tiempo, no le llenaban, se sentía forzada a una relación que no le aportaba nada, incluso a veces le entraba la duda si le gustaba algo o era simple costumbre. Sentada frente a su ordenador, tras finalizar su último informe, a altas horas de la noche, antes de coger sus merecidas vacaciones. Se puso a navegar un poco sin ganas, empezó a barajar la posibilidad de a donde podría irse de viaje. No sabía,  si playa o montaña, pero lo que sí quería era un sitio donde no hubiese mucha gente. Quería unas vacaciones para ella, por primera vez en su vida se  iría ella sola, y a un sitio desconocido. Brasil… Argentina… México… demasiado turismo... el sueño le estaba venciendo y no tardó en quedarse dormida sobre el teclado del ordenador. Metida en un sueño profundo, se veía ya sentada leyendo un libro que hacía mucho que deseaba leer. Anaïs Nin era su escritora favorita y también la favorita de su madre, por la cual le había puesto el nombre de ANAIS. Tras un buen rato, un ruido la despertó de golpe, y al levantar la cabeza, medio dormida, se dio cuenta de que los ruidos venían del ordenador. Se había activado un video de esos de publicidad de SAN Cristóbal y Nieves,  unas islas de lo más apetecibles. Le pareció algo diferente, y la curiosidad hizo ver ese sitio como posibilidad de ir de vacaciones. Aunque es un sitio más turístico que el caribe, no iba a encontrar, pero esas islas la estaban convenciendo. Aunque perteneciera al caribe, no era muy conocida. Anais se pasó un buen rato investigando, viendo comentarios y precios para poder organizarse. Esa misma semana organizó  todo para que el primer vuelo al caribe que hubiese, embarcarse a esa nueva aventura de ser ella misma. En su maleta solo coloco bikinis, sandalias, pareos y mucha ilusión, y un puñado de nervios.  Ya en el avión  empezó a relajarse, una mujer mayor se sentó a su lado y entre conversación y conversación el trayecto se le hizo más  corto. Claudia, la  mujer mayor,  nunca había viajado en avión, iba al Caribe a esparcir la mitad de las cenizas de su marido en el jardín de su única hija para que estuviese más cerca de su papá a petición de la hija. Su marido se había quedado con las ganas de visitarla, y Claudia quería cumplir su último deseo. Anais quedó asombrada de lo tranquila e incluso a ratos bromeaba con la muerte de su marido, así que sin pensarlo le preguntó a esa buena mujer, cómo podía estar tan tranquila ante tal pérdida. La mujer con una leve sonrisa, le dijo.- Mira cariño, la vida es muy corta para pasarla llorando, he llorado por el amor de mi vida, pero no conseguí que resucitase, así que dejemos que los muertos están muertos y disfrutemos de los vivos, que aunque es verdad que hay gente con ganas de fastidiarte el día hay gente que con una sola sonrisa ilumina tu alma, ¿no crees?

Asentí con una sonrisa. 

- Y bueno, ¿cuál es tu historia? Preguntó la mujer sin dejarme responder a su primera pregunta.

- Yo no tengo historia, solamente vengo de vacaciones. Y mientras decía esas palabras, Anáis se recostó cómodamente en el asiento, mirando por la ventanilla del avión, viendo como poco a poco se alejaban de valles y montañas bajos, sus pies.

- Sabes preciosa, dijo la mujer, todos tenemos una historia, y no me equivocó al pensar que vienes a estas preciosas islas en busca de algo que llene ese vacío que sientes en lo  más profundo. Recuerda que la cara es el espejo del alma, y recostándose no tardó en quedarse dormida. Anais la miró de reojo sin mover la cabeza. Porque había dicho eso esa mujer, tanto se le notaba  que se sentía triste, casi sin darse cuenta, fue quedándose dormida.  Se despertó, por un movimiento brusco de avión, y al abrir los ojos, Anais se dio cuenta de que  Claudia no estaba, y su primer pensamiento fue que habría ido al baño, pero al bajar la vista vio una nota que decía:

         Mi querida niña, espero que eso, que vas a buscar lo encuentres pronto y recuerda que la felicidad está dentro de nosotros, no al lado de nadie.NO dejes que nadie, te quite esa sonrisa. Claudia y sus cenizas.

Anais, llamó asustada a la azafata, perdone, señorita. ¿Cuándo hemos hecho una escala?

- Pronto llegaremos, no se asuste, pero no hemos hecho ninguna escala. Respondió la amable azafata.

-¡Cómo que no, la señora que estaba aquí, ósea Claudia no está!, estaba aquí conmigo, miren por favor, me ha dejado esta nota.

- No, se ponga nerviosa, señora, nadie se ha sentado a su lado en todo el trayecto, pero si se queda conforme iré a ver la lista de pasajeros. 

-Siii... por favor vaya, porque Claudia estaba aquí. Al cabo de un rato la azafata volvió con la lista. Mire señora, como le decía, no se ha montado nadie a su lado desde que embarcamos, y además no hay ninguna Claudia entre los pasajeros. ¿Está bien, le traigo una tila o algo?

-No, gracias, estoy bien. Anais no daba crédito, cómo que no había nadie si tenía hasta la nota en la mano, Anais intento contarle toda la historia a la azafata, pero no parecía creerle, y viendo que los pasajeros empezaban a mirarla y a susurrar, por lo bajo, pensó dar por zanjada la conversación. Y decirle a la azafata, que lo sentía mucho, ¡quizás lo he soñado! Siento las molestias. Y la azafata se fue convencida, pero Anais sabía que no había sido un sueño.

 ALAN WILSON                      

Anais deseaba llegar al hotel y olvidarse del asunto de Claudia. Cuando se bajó del avión, sabía que el personal del hotel vendría a buscarla y como en las películas, aparecería un chófer con un cartel con su nombre y apellido. Pero allí no había nadie, ni chófer, ni nadie, que pareciese esperar a alguien, todos tenían a quien esperar, todos menos la loca que se había quedado dormida en el avión y casi la lía. Entre otros comentarios, ese era el que más   se escuchaba y todos a su alrededor la miraban a escondidas y cuchicheaban mirándola de reojo. Anais no sabía si coger el vuelo de regreso, o esperar que esto se calmara. Lo primero que hizo, fue ir al bar y pedir un buen café, mientras intentaba ponerle algo de lógica a todo esto.

-Lo siento, señorita, pero aquí no vendemos café, contestó la camarera.  

-¡Anda ya! ¡Estas de broma!- le gritó Anais.

-No, señorita, esto es solo un Splash, solo refrescos y helados.

-Y muy a su pesar, la camarera tenía razón, no muy lejos de donde ella se encontraba, había un gran cartel donde decía: SOLO REFRESCOS Y HELADOS.

Disculpe, de verdad siento haberte gritado. Podría ponerme un refresco, lo dejo a su elección. Pidió Anais con avergonzada.

Y mientras la camarera preparaba el refresco con alguna fruta natural, pero desconocida para Anais, ella aprovechó para llamar al hotel y pedir explicaciones.

-Buenos días, mi nombre es Anais Walt, estoy en el aeropuerto, y se suponía que el chófer del hotel vendría a por mí, pero aquí no hay nadie.

-Lo siento muchísimo, señorita Walt, nos habían comunicado su llegada para dentro de dos horas, siento  mucho, el malentendido, pero estamos cerca del aeropuerto y en 10 minutos irán a recogerla.

_ Ok, pero que sé de prisa, por favor, estoy cansada del viaje.

-No se preocupe, señorita,  Alan Wilson, estará de camino.

Espero que le guste, le digo la camarera acercándose el refresco. Un zumo natural con hielo triturado de  un color anaranjado que no parecía muy apetecible y  con trozos de alguna clase de fruta que a primera vista parecían unas fresas, pero de color blanco.  Después del día que llevaba, le apetecía algo refrescante  y el refresco tenía pinta de estarlo. Saboreo el refresco y el sabor era difícil de adivinar, pero estaba rico y las burbujas lo hacían muy refrescante.

¿-Hola, guapa te llevo a algún lado? Preguntó un muchacho jovencito, desaliñado, y con pinta de no haberse duchado en días, a juzgar por su pelo. 

-¡Mire, perdone, llevo un día de mierda, y de verdad no tengo ganas de aguantar a nadie! Que cree, que porque venga sola, vengo en plan ligarse a cualquier tío, por favor déjeme en paz, y se giró volviendo a darle otro sorbo, a lo único bueno que le había pasado en todo el día. La camarera, y demás clientes, se quedaron atónitos, seguramente nunca habían   visto a una mujer con carácter, pensó Anais.

-Ehhh... esto ... Siento molestarla, soy Alan, -dijo el muchacho titubeando.

-Anais, sin girarse, abrió los ojos de par en par, se llevó la mano tímidamente a su pelo, se colocó el pelo detrás de la oreja y con toda la vergüenza reflejada en su cara le dijo.

-¿Dime por favor que no eres Alan Wilson, el chofer del hotel?, preguntó mientras forzaba una sonrisa, y apretaba los dientes.

  La cena 

-¡Pues sí, señorita! Soy Alan Wilson y no, no soy el chófer del hotel. Solo ayudé a Samila,  que es amiga mía y recepcionista del Hotel Gran Curie Caribeño. Cuando le surge una urgencia y  tiene mucha gente que recoger en el aeropuerto, me llama y me gano un dinerillo.

_¿Me permite  señorita? Y cogiendo  las maletas de Anais se dirigieron al coche.

_ Puede usted sentarse delante si lo prefiere, señorita.

_ No, gracias estoy bien aquí. Contestó ella seca y tajante. En el transcurso de trayecto, Alan intentó sacar conversación, pero Anais, después de su metedura de pata, no podía articular palabra. Ya en la puerta del hotel, Anais se disculpó, por la mala contestación que le había dado.

- No se preocupe flaca, estoy acostumbrado, ahí le dejo sus maletas, el botones del hotel se las subirá a la habitación, que tenga usted una buena estancia, chao. Y alzando la mano se metió en el coche y se fue.

Cuando entró al hotel, Anais se quedó parada en medio del recibidor, la belleza del hotel era extraordinaria. Había un precioso recibidor con colores pastel,  grandes plantas colgaban de unos  ventanales que parecían que nacieron entre ventanas, que mezcladas con otras plantas pintadas en la pared se perdían entre lo real y lo pintado. Detrás del mostrador hay una muchacha con una gran sonrisa. La chica no tardó en acercarse y pedir mil disculpas por lo ocurrido, pero Anais estaba tan anonadada con el lugar, que le quitó importancia. Toda la decoración   hacía ver que todo está meticulosamente colocado con cariño y al detalle. No era el típico hotel con grandes lámparas colgadas de inmensos techos, ni los trabajadores llevaban esos uniformes serios abrochados hasta arriba, que parece que la sonrisa no está incluida en el contrato. Todo era diferente, el trato a los clientes era exquisito y familiar, sin perder en ningún momento la profesionalidad. Esta vez la realidad supera al anuncio  vacacional. Una vez arriba, en la tercera planta, la habitación era grande,  decorada con los mismos motivos  que había en el recibidor. Plantas naturales que le daban vida a la habitación, todo un conjunto, colores marrones, tierra, verdes vivos, que simulaban ramas de algún árbol que recorría toda la habitación, y un azul cielo, que bien parecía estar en uno de esos días de verano, sin una nube en el cielo. Todo en perfecta armonía.  A Anais le apetecía un baño, uno de esos de dejar que el agua fría refrescará todo su cuerpo y descansar un rato antes de cenar.   

Después de descansar un poco, tumbada en la cama, sin pegar un ojo y pensando en lo ocurrido en el avión, y la mala contestación al pobre chófer, vaya de vacaciones, pensó Anais. Se levantó de la cama decidida a disfrutar de sus vacaciones, a descubrir nuevos lugares, y a conocer gente nueva . Se fue a su maleta, se puso un vestido muy playero, y sus sandalias, se recogió su pelo y bajó al restaurante a cenar. El restaurante, no era muy grande, con 10 o quizás 15 mesas, también seguía la temática caribeña del hotel, grandes palmeras pintadas en sus paredes, que se confunden con alguna planta enorme que decoraban las cuatro esquinas de aquella habitación. Sus grandes ventanales dejaban entrar una brisa que inundaba el comedor con olor a mar y mezcla de jazmín y rosas, del jardín que tenían a la espalda del hotel. Parecía estar en una terracita al aire libre. La cena tampoco eran platos muy elaborados, pero con productos frescos y típicos, hechos con mucho mimo. Al terminar la cena Anais se dio un paseo por los jardines, le apetecía estirar un poco las piernas, después de tantos vaivenes. Ya parecía estar relajándose de verdad, la brisa, los jardines, el no conocer a nadie estaban ejerciendo en ella, esa sensación de relajación acompañada de esos nervios a lo desconocido, pero ansiosa de vivir nuevas experiencias. El olor a mar, cada vez más cercano, hizo que Anais, terminase en una pequeña cala levemente iluminada, con esos pequeños focos que se cargan con panel solar. Se descalzó, dio unos pasos por esa arena fina, que más parecía una playa artificial que una de verdad, pues aun buscando no se veía ninguna concha o piedra, mezclada entre la arena. Mojándose los pies y, viendo que el agua era cristalina, la temperatura muy agradable, y que  no había nadie, no lo dudo un segundo, se quitó la ropa y se metió, despacio con calma y sintiendo la temperatura del agua como iba erizando cada parte de su cuerpo. Se sentía liberada, esa playa, la noche y la luna, eran los únicos en aquella playa. Anais estaba encantada, tan a gusto se sentía, que recordó las veces que se había metido en la playa   desnuda cuando era más pequeña, y una sonrisa apareció en su boca, cerró los ojos y se dejó llevar por el vaivén de las olas, recordando aquellos tiempos.

-¡Señorita Walt.! ¡Señorita Walt…! Necesito hablar con usted, y creo que está sin ropa. Dijo una voz desde algún sitio que Anais no veía.

-Anais salió corriendo del agua  toda exaltada, se vistió tan rápido que el sujetador ni se lo puso, lo agarró en su mano derecha intentando formar una bola y que no se le notase, se quedó parada, inmóvil y mirando por todos lados, intentando averiguar de donde venía esa voz. ¿Quién será? Allí no la conocía nadie.

Al fin, por un camino vio aparecer una sombra, la primera persona que le vino a la cabeza era Alan... ¡Por favor que no sea Alan!... ¡Por favor, no sé Alan!.. Repetía constantemente. 

-Hola, señorita Walt, se le olvidaron las llaves en el comedor y en una hora cerraremos. Son las fiestas de nuestro patrón, San Cristóbal, y nos vamos todos, dijo Samila, la recepcionista. 

-Muchas gracias Samila.(dijo Anáis agradecida y aliviada de ser ella y no otra persona)eres muy amable.

Y Samila volvió a meterse por el camino, de dónde había salido. Pero de repente retrocedió hasta donde estaba Anais, que ni siquiera había cambiado de postura.

-Perdóneme si la molesto señorita Walt, pero, ¿le apetecería venir?, son unas fiestas típicas de aquí, pequeñas y nada turísticas, los turistas prefieren ir a las fiestas de la isla de Nieves, ande anímese.

-Camila, yo...no sé. Titubeo Anais.

-Venga señorita, anímese, seguro conoce a gente divertida, no somos muchos, pero armamos mucho ruido. Bromeó Samila. Y mi mamá prepara el mejor Tourment, d'amour (tormento de amor) de toda la isla.

¿Pero yo soy turista, no se molestarán?, preguntó a Samila.

-No, señorita Walt, les encanta tener gente, solo que los turistas prefieren grandes eventos. 

-Ok, ¿pero con una condición?, dijo Anais. 

-Dígame, señorita Walt, le extraño a Samila.

-¡Que me llames ANAIS!, dijo Anais con una sonrisa.

-Sin problema señooo… Anais.

-Eso está mejor. Contestó Anais con una sonrisa.

 LA FIESTA

Después  de cambiarse de ropa. Anais y Samila, se dirigieron a la fiesta, según avanzaban  se escuchaba cada vez más cerca la música. Anais, iba poniendo cada vez la cara más  extraña, el sonido que escuchaba, era difícil de descifrar, esa cara que se te pone cuando afinas el oído intentando  escuchar lo que dice la canción. Y Samila, que se había dado cuenta, se adelantó a advertirle...

-No  intentes  escuchar  lo que dice, no tenemos dinero para orquesta, así que los propios  vecinos  son quien cantan, (y soltó una carcajada)y mientras Samila, que iba contándole lo que se encontraban  allí, llegaron al lugar. Entraron en  un inmenso  jardín, lleno de luces de colores, de adornos coloridos, las ropas de las gentes con colores muy alegres, y flores, muchas flores por todos los rincones. Las  mesas con manjares con una pinta exquisita, y  gente como había dicho Samila no había  mucha, pero todos  bailaban,  reían, aplaudían, y los niños jugaban y bailaban con adultos y otros niños. Samila,  fue  presentado a Anais a cada paso que se iba encontrando con alguien. Anais estaba nerviosa y asombrada de cómo Samila  y los demás la rodeaban con tanto cariño, como si fuera parte de la familia. En un descuido, mientras Samila hablaba con otros invitados, Anais  se acercó a una mesa larga, una especie de barra donde el camarero no tardo en  acercarse, pero al  llegar  se  quedó pensando, ¡dios, no sé qué pedir, no me suena nada!, había muchas botellas de todos los colores, pero  no conocía ninguna.

-Disculpa, ¿Eres la amiga de Samila, verdad? Preguntó un muchacho. Anai afirmó con la cabeza. 

-¿Me dejas que te recomiende una bebida?, para mí, la más refrescante de todas.

-Y el muchacho, le susurro  algo al camarero, que ella no alcanzó a oír.

-Hola, me llamo Anais, estirando la mano.

-Sí,  toda  la isla lo sabe, señalando a todos en la fiesta, todos hablan de ti.

-¡Qué vergüenza! No tenía que haber venido, dijo ella agachando la cabeza.

-No, no,  en serio,  al contrario, están todos encantados, nadie quiere venir a estas fiestas tan humildes. Por cierto me llamo  Anthony, sé que no es común, es más, es un nombre africano. ¡A mis padres les encantaban los nombres raros! Creo que significa (fuente seca), pero  todavía  no sé bien qué quiere decir, pero  todos me llaman Toni. Y los dos, empezaron a hablar animadamente . De repente, un brazo se posó por encima del cuello de Toni y de Anais, acercándose tanto que sus labios casi se rozan. Y  como si un gran susto, apartó  su brazo del cuello de Anais .

-¡Ostras!... la  flaca estirada, del aeropuerto… Dijo Alan.

-Pero si es el chófer, que no sabe llegar a tiempo. Recrimino Anais.

-¿Veo que os conocéis?, dijo Toni,  extrañado por el saludo de los dos.

-Sí... más o menos, dijo Alan muy  serio.

-Anais, te presento al loco de mi hermano, él, es el culpable que venga aquí todas mis vacaciones, y mientras decía esas palabras le hizo un gesto de cariño a Alan.

-Hola, me llamo Anais. Por educación y  algo más calmada, estiró su mano en gesto de saludo, como si saludara a alguno de esos  comerciantes  que pretendía venderte algo.

-¡Qué estirada la gente de la capital!… Dijo en un  tono  más alto Alan, y agarrando fuerte la mano a Anais, de un tirón, la  acercó a su cara y  le dio un par de besos. No seas tan estirada mujer  que no nos comemos a nadie. Vaciló Alan.

-Perdónale  es el más loco de la familia, pero en el fondo no tiene maldad. Le disculpo Toni.

En ese momento apareció Samila:

-¡Chica!, ¿Te dejo dos minutos y lo bien acompaña que  estas?

-Hola, Sami, ¿Cómo estás? ¿Y tu padre?, ¿Qué tal lleva el hombro?, preguntó con seriedad Toni.

-Gracias, cada vez que lo visitas está mucho mejor, no sé, como te voy a pagar por todo lo que haces por nosotros,  contestó Samila.

Anais se quedó  asombrada, no entendía la conversación, pero  no  quiso preguntar.

Samila, agarro a Anais del brazo, ¡vamos  chica a bailar un rato!

-No...no... No… De verdad, yo no sé bailar mientras intentaba  clavar  sus pies en el suelo. Pero Samila  tiraba del brazo y Toni, y Alan la animaban. Al final,  Anais, empezó a bailar. Se estaba divirtiendo, estaba encantada,  hacía tiempo que no se sentía tan libre, pero por  un instante Anais se vio sola en la pista. Samila no estaba en la pista,  buscó también  a los chicos y por  un momento su corazón latía tan  acelerado, que ya ni escuchaba la música. Por unos segundos pensó, Madre mía, estoy en una isla, no sé en qué parte, no conozco a nadie ... Y entre pensamientos vio a  Toni a lo lejos. Estaba hablando con una muchacha y prudentemente se acercó, manteniendo una distancia de cortesía.

-¡Anais, ven.! Le hizo  señas con la mano a Toni.

-Anais  te presento a Carmencita, la jefa del centro de salud de la isla.

-Hola, ¿Qué tal, soy Anais, mientras estiraba la mano? Un poco más aliviada de ver una cara conocida, aunque su corazón seguía latiendo al mismo ritmo.

-Ya, hija, sí lo sé, toda la fiesta lo sabe. Samila no ha parado de hablar  de ti, y  Toni tampoco, la verdad  es que tiene razón, eres muy guapa muchacha, pero una cosa te dijo, este muchacho es  como una cabra. Pero en el fondo,  es el mejor voluntario que hemos tenido.  Ya nos veremos otro día muchacha, es   que me toca guardia, pero te dejo en buena compañía. Y dándole dos besos, como si fuera alguien que conociese de siempre, se alejaba mientras, seguía despidiéndose. Anais estaba asombrada con tantos gestos de cariño.

 No le hagas caso, en el fondo me quiere mucho. Dijo Toni con una sonrisa.

_¿A qué, no le hago caso? A lo de que estás como una cabra, o ¿Qué no habéis parado de hablar de mí? Pregunto Anais con una sonrisa.

-Bueno, la verdad es que me encantaría conocerte un poco más . Desde que te vi no sé, tienes algo especial. Y también es verdad que no he parado de preguntarle mil cosas a Samila de ti, aunque no supo contestarme, más que tu nombre.

-¿De qué eres voluntario? -Pregunto Anais cambiando de tema.

- Yo soy fisioterapeuta, y desde que mi hermano me dijo que necesitaba un voluntario vengo todos los años en mis vacaciones a estas islas, (San Cristóbal y Nieves) . Ejerzo  de fisioterapeuta, ayudo en el centro de salud, y tengo a mi cargo un grupo de niños desfavorecidos. Niños sin familia, niños que han perdido una pierna u otra parte de su cuerpo . Son niños que nadie sé hace cargo de ellos, ni familias ni el Estado.  La vida de estos niños está destinada a la mendicidad, o a que cualquier banda los use como mulas de contrabando. Para sus familias, son una carga, aquí, la gente es muy pobre y un niño así resulta muy difícil de sacar para adelante . Y te aseguro que hay niños brillantes, que a pesar de no tener una pierna o un brazo, son todo un ejemplo a seguir.

-Anais no sabía qué contestar, se quedó perpleja. Pensaba que era un muchacho que simplemente estaba de vacaciones.

- Haces un trabajo valiente cuidando de esos chicos. Pero entonces, ¿no tendrás tiempo para nada?, preguntó rápidamente.

¡Cómo que no! Mírame si estoy de fiesta, e incluso mañana, te podría hacer el desayuno, tú decides como quieres que te despierte? Te despierto con el codo, o te llamo por teléfono... y una sonrisa picarona, apareció en sus labios. Unos labios que, hasta ese mismo momento, Anais, no se había fijado,

LA NOCHE 

Durante toda la noche,  Toni  y Anais estuvieron  hablando, con una conversación que iba subiendo la temperatura, poco a poco . Anais, empezó  a sentir esos nervios, mezclados con picardía e ingenuidad, que hacía  que sus mejillas, se fueran ruborizando. Toni, un moreno dorado al sol de la isla, era imposible, no pensar, el montón de chicas que tendría a su alrededor .  Y el  creer que Toni había estado con  más de una mujer, excitaba a Anais . Ella estaba nerviosa, llevaba bastante tiempo sin estar tan cerca de un hombre tan guapo. Toni  sabía, ya más por profesionalidad que por hombre, como responde el cuerpo de una persona, ante diferentes estímulos. Anais estaba muy nerviosa, pero a la vez su cuerpo, estaba echado levemente hacia delante, con la cabeza erguida, y la mirada apuntaba hacia el suelo, con tímidas miradas a los ojos de Toni. Eso era señal de aceptación, comodidad, de entorno, y por qué no decirlo, de excitación. Su corazón palpitaba tan rápido que, sin darse cuenta, Anáis se llevaba la mano al pecho como si su corazón fuera a salirse del pecho. Toni, acercándose cada vez más, iba viendo como el cuerpo de Anais empezaba a brillar por el sudor frío que le recorría todo el cuerpo. Ella, mordiéndose el labio inferior, y respirando al son de los acelerados latidos de su corazón, no podía mantener  la mirada. Subía  y bajaba la mirada,  al ritmo de las  palabras de Toni. En un subir y bajar de cabeza, Toni   llevó su mano al mentón de Anais, ella con ojos a medio abrir, y la respiración entrecortada, lo miró con dulzura, vio cómo Toni, se le acercaba y cuando estaba a escasos milímetros, de su boca, fue ella quien lo beso, con suavidad. Las manos de Anais rodearon el cuello de Toni, mientras las de él, rodearon  la cintura de ella . Se besaron un buen rato, despacio, sin prisa, se miraban y volvían a besarse  como si el reloj se parase para ellos. Anais que llevaba tiempo sin sexo, se estaba excitando más allá de los besos . Sentía  como todo su cuerpo, pedía  a gritos  que  las   manos de Toni recorrieran todo su  cuerpo .  Y sin más, Toni se paró en seco, cogió las manos de Anais, las besó tiernamente y se ofreció a llevarla a al hotel. Anais no sabía bien qué quería decir, quizás, era mejor ir  a la habitación del hotel, o simplemente era un caballero.

-¿Quieres  que te acompañe a la habitación? Preguntó Toni.

-La verdad, Toni, prefiero dar un paseo, antes de acostarme,  dijo Anais.

-Está bien, ¡vamos! -dijo Toni.

-Perdona, pero prefiero ir yo sola, si no te importa . En cuanto esté, en la habitación te aviso, vale. Y dichas estas palabras, Anaís se giró y se dirige a los jardines. El camino estaba iluminado y había gente que iba y venía todo el rato. 

-Anais . Espera, yo...  Grito Toni, pero Anais  siguió su camino haciendo como que no lo escuchaba.

Inmersa en sus pensamientos y en lo que había pasado en la fiesta con Toni, sin darse cuenta,  Anaís se metió por un camino entre unas  grandes jardineras llenas de plantas y flores, bien cuidadas y que perfumaban todo  el camino. Camino que la  llevó a aquella  playa que tanto le había gustado la primera vez que fue . Se  sentó  en la arena,  esa arena casi artificial, y  que a esta hora de anoche  estaba bien fresquita  . Ella miraba hacia el mar  mientras dudaba si meterse o no, deslizó sus  brazos hacia  atrás, apoyándose las manos en la arena sintiendo  como la arena suave  se metía entre los dedos. Le encantaba esa playa, era alucinante y estaba  sorprendida de que esa maravilla no fuera refugio  de 1000 parejas de enamorados. Era perfecta, la noche, el mar en calma, la situación de  la playa a  la vista de todos, pero a la vez escondida era para Anais un refugio de lo más romántico.  Y la luna, esa gran luna que iluminaba  con una luz tenue cada rincón de la playa como si tuvieran luz propia en cada rincón.  Con la  mirada puesta en el limbo, Anaís, vio que algo se movía a lo lejos, en las rocas , en la piedra más alta  por donde pasaba la carretera . Pero estaba muy lejos y no podía ver bien quién o que  era . Se levantó, se acercó a la orilla e intentaba ver qué era eso que se movía y escondía por momentos. Había alguien, parecía  preparado para tirarse. Anais se asustó y sin darle más tiempo a nada vio como el muchacho se tiraba al agua .

-! Dios santo!... gritó Anais llevándose las manos a la boca, y metiéndose, sin darse cuenta  en el mar, con intención de ayudar aquel muchacho.

Pero pronto se dio cuenta de que era  una caída  limpia y sobradamente  preparada. Aunque la luna brillaba , no se apreciaba más que la silueta de un muchacho. Se veía un muchacho esbelto y por los andares tendría que ser deportista. Poco a poco Anais ,se dio cuenta de que el muchacho se estaba encaminado  justo hacia dónde estaba ella .  Y como en esas películas románticas, el muchacho  salía del agua perfecto, peinándose  con una mano  y todo su cuerpo reluciente por la mezcla de agua del mar y la luz de la luna.  Con  una mirada rápida vio que no muy lejos de ella, sobre una rama de un árbol ,había una bolsa de deporte y una toalla. El muchacho lo primero que hizo fue coger su toalla, y secarse la cara. Anais no lo dudó, sin llegar a verlo del todo bien ,le dijo.

-Hola ,buenas noches ,¡vaya salto! ,me he quedado impresionada, aunque he de decirte que por un segundo me asuste. Pero me di cuenta de que  el arco de caída era  casi perfecto, un salto  Trampolín Ohio magnífico. Y según se iba acercando, se  veía el  bañador pegado a su cuerpo, sus músculos  bien definido, tanto que casi diría que se  le hacía  familiar.

-Vaya, no tenía ni idea que las,"estiradas" de ciudad, entendiesen de saltos.

-¿¿ALAN??  -  gritó sorprendida, Anais. 

Y según se acercaba vio claramente que era Alan .

-¿Qué haces aquí  tan sola ,estirada? Preguntó Alan.

 ALAN ACOMPAÑA A ANAIS 

-Alan, ¿Podrías dejar de llamarme “estirada”? Por favor.

¡Perdón, tienes  razón!, se disculpó, Alan.

-Gracias. Dime, ¿Y esos saltos?, preguntó con curiosidad Anais.

-Me relajan , me gustan , me liberan . Antes competía, pero tuve un accidente y la verdad, prefiero saltar por placer que por  un trofeo. ¿Y tú, te  atreves, ? 

-No… rotundamente no.

-(Ja. Ja. Ja) ... Reía  Alan. Para saltar hay que tener una preparación.

-¿Y  tú? ¿Cómo entienden los saltos? Preguntó Alan con curiosidad.

-Tuve un novio que era juez de saltos deportivos  y cuando iba a los campeonatos  me aburría . Solo me  quedaban dos cosas, no ir más , o intentar aprender.

-  Guay, de haberte conocido antes, tendría a alguien conocido entre los jueces. Y una sonrisilla se puso en su boca. Por lo que veo decidiste aprender. Debiste quererlo mucho, para aprenderte los saltos.

-Y poniendo cara de broma, contestó, ¡NO! No  tanto, es que él tenía muchos  campeonatos, y  me aburría mucho. Pero me encantaba viajar. Así que ese era el precio que tenía que pagar, para luego disfrutar de las tardes. Los dos sonrieron al mismo tiempo.

-¿Me dejas que te invite a algo?, preguntó Alan.

-Es...  Que... acabo de decirle a tu hermano, que me iba a casa , y estará esperando que le avise cuando llegue al hotel.

-¿Entonces me dejas que te acompañe al hotel?

-¿Es... que…? ¿Tu hermano? Dijo con  una voz ahogada, Anais.

-Me da igual mi hermano, yo te acompaño. O los dos nos quedamos  aquí ,pero te lo advierto,  todo el que pasa aquí la noche  termina enamorándose.

-OK ,no quiero correr el riesgo, dijo Anais burlona y guiñando un ojo.

Y los dos se fueron hablando ,hasta llegar a la puerta del hotel.

_ Bueno, Alan ,gracias por acompañarme , pero hasta la habitación sé entra solita

_¿De nada ,pero...? Pensaba que me invitarías a subir?

-¿A subir?… preguntó Anais.

-Pues chica, pensaba cogerte de la cintura, tirarte a la cama y hacerte el amor toda la noche, pero... Me conformo con un vaso de agua.

Anais, se quedó anonadada,  por un lado, escuchar esas palabras hicieron que cierta parte de su anatomía  empezara a latir ,se quedó boquiabierta , se imaginaba con todo detalle lo que Alan le estaba diciendo . Solo fueron segundos , pero Anais cogió aire en sus pulmones  y soltó un jadeo entrecortado y tímido, para que Alan no notara nada.

-¡Anais!... grito Alan. ¿Estas bien?

_ Perdona, me  quedé bloqueada, estaba pensando en otra cosa y me he despistado. Intento disimular Anais 

- Te decía que si nos  vemos mañana. Pregunto Alan, con una sonrisa maliciosa.

_ Si claro. Contesto Anais sonrojada. Y  se giró para abrir la puerta .

-¡ANAIS!... , grito Alan. Al momento Anais se giró con cara de preocupación.

-¿Dime Alan?

_¿Te estabas imaginando lo que te haría en la habitación, verdad? Dijo Alan.

Anais no sabía qué decir, colorada como un tomate ,y con la cabeza mirando hacia el suelo  se giró, abrió la puerta, se quedó parada un segundo, y con la llave en la cerradura  volvió a mirar a Alan, que seguía  clavado en el mismo sitio con una sonrisilla picara . Levantó la cabeza, lo miró fijamente, se armó de valor y con paso firme, desafiante y  sexy,  se dirigió a él. Le paso una mano por el cuello hasta llegar a su nuca ,acercó sus labios a su  oído.  Alan sentía su aliento caliente en el cuello. Empezaba a temblarle el cuerpo. Anais le pasó suavemente, la punta de su lengua por todo el filo  de la  oreja, bajando suavemente por su cuello, dándole pequeños besos hasta llegar a su boca, y cuando Alan  dejándose llevar, y preparándose a  seguir besándola, empezó acariciando las caderas de Anais para después  abrazarla delicadamente . Anais le agarró los brazos, con dulzura le dio un pequeño beso en los labios y cuando los dos se miraron ,Anais con voz sensual le dijo:  nunca te invitaría a un vaso de agua ,sin antes hacerte sudar. Y  los dos rompieron a reír, sin estar seguro si lo que decía el otro era broma o verdad.

Y  Anais se fue sin prisa hacia la puerta del hotel que había dejado abierta, y sin mirar  hacia atrás, cerró la puerta. Cuando llegó a la habitación , Anais estaba muy excitada, nunca se había comportado así, algo dentro de ella se despertó, algo que nunca antes le había sucedido, pero al segundo  moría de vergüenza. Una buena ducha de agua fría calmaría ese fuego que sentía dentro. Sentándose en el filo de la cama, después de esa ducha, pensó en todo lo que le estaba pasando. Alan la había excitado  como hacía tiempo nadie lo había hecho. El sentirse dominante la excitaba mucho. Pero Toni también la excitaba , pero de manera distinta. Con Alan  se sentía poderosa , la sensación de ser ella quien llevaba el mando , la excitaba con la misma intensidad,  de ser ella quien obedeciese  también.  La sensación de ser deseada por dos hombres  la excitaba, pero  no entendía nada, ¿Qué le estaba pasando? Cómo le iban a excitar los dos. Anais se dejó caer en la cama, sin antes llegar a la conclusión, de  que lo que le pasaba es que llevaba tiempo sin sexo... ¿Pero, con quién se acostaría? Y entre pensamientos y dudas ,dejó la decisión para mañana, pues el sueño la venció.

Se despertó, bien temprano ,todavía  su cuerpo no  había desconectado el reloj de la oficina. Bajo al salón, estaban colocando esos preciosos manteles en las mesas y montando todo el menaje para los desayunos. A lo lejos vio a Samila, no quiso molestarla , así que salió a dar un paseo mientras terminaban el salón. Estaba claro que en estas islas lo de madrugar no iba con ellos. Era muy agradable pasear por los jardines del hotel ,la luz de la mañana ,el césped recién cortado ,y el olor de las plantas que acababan de regar ,hacían una mezcla de olores de lo más relajante .

-¿Buenos días, Anais? 

-Eh, Toni, ¿Qué haces tan temprano despierto? Pregunto Anais con gran sorpresa.

_¿Recuerdas, que soy fisioterapeuta?… Pues con las clases de yoga entra un masaje reparador, ¿te apuntas?

_¿Al yoga ,o al masaje? Pregunto Anais dudando.

-Lo que tú quieras ,pero siento decirte que el profesor y el masajista ,son los mismos, dijo Toni con una sonrisa pícara .

-En otro momento ,me apuntaré . Afirmó Anais.

-Bueno, te dejo que llego tarde. Te llamo esta tarde ,y quedamos.

-OK, luego nos vemos.

Anais, volvió  al salón, y desayuno tranquilamente, recreándose en cada esquina del salón. El desayuno era de  lo más especial y  preparado por  la misma Samila.

-¿Verás que te da energía  y está muy rico? Añadió Samila, guiñando un ojo, mientras ponía en la mesa, un desayuno poco habitual para Anais.  Ella, chica de café y magdalena, entre teclado y bolígrafos, admitió que estaba en un sitio diferente y el desayuno también sería diferente. Después decidió ,salir un poco a investigar por su cuenta . Los jardines traseros del hotel eran muy hermosos ,la gente paseaba muy tranquilamente , disfrutando del fresco de la mañana y la mezcla de brisa del mar,  que hacían del paseo una verdadera delicia. Se sentó en uno de esos bancos de madera, que parecían tallados de algún árbol que antes hubiese estado allí, tenían el mismo color que los propios árboles. Sentada, viendo pasar a gente , pensó en Alan y en Toni. Sentía que cada uno le aportaba algo diferente, y se imaginaba , una noche con uno ,y como sería con el otro. Toni, todo elegancia y romanticismo, mientras Alan todo un alma libre dejándose llevar sin programar nada. Quizás tuvieran un hermano más y ese sería la mezcla perfecta, pensaba mientras las dudas no le dejaban ver claro. La mañana pasó rápido y ya al almuerzo se volvió a encontrar con los chicos y con Samila. Tomaron el café juntos, mientras planeaban que hacer  lo que quedaba de tarde. Anais se fijaba en cada movimiento de Toni y de Alan. Sus gestos, sus miradas, hacían  que Anais bajara la mirada, ruborizándose ,para luego devolverles la mirada  con un aire elegante y sensual. No quería admitirlo, pero le gustaban los dos, y tenerlos ahora mirándola y deseándola ,hacía que Anais tuviera que cruzar las piernas, para intentar calmar ese latido que sentía entre las piernas. Estaba emocionada ,excitada y a la vez avergonzada. ¿Cómo le iban a gustar los dos?

LA PLAYA

-Ey, chicos ,qué os parece si esta tarde quedamos, y le enseñamos la isla a Anais, ¿Podríamos ir al castillo Cástrelo? En su restaurante preparan un magnífico Pretul. Dijo Samila para romper el silencio incómodo .

 -Esa playa de la que habláis es esa playa  que tiene una palmera y una gran roca  que casi toca el agua. Pregunto Anais señalando a lo lejos.

 -¡La que está detrás de la roca!, dijo, Samila con los ojos abiertos de asombro.

  Anais miró a los tres y tenían una mirada extraña ,colorados ,y con cara de circunstancia, ¿Qué pasa?, preguntó preocupada, Anais viendo sus caras.

-Nada, tranquila, es una playa un poco privada. Dijo Samila.

 -Entonces qué, ¿Tarde de playa?, soltó Alan.

 Venga obedezcamos a la invitada, dijo Toni.

Pasaron una tarde muy divertida, pero Anais ,no podía dejar de mirar esa palmera con la gran roca.  ¿Si solo era una playa privada ,porque habían puesto aquellas caras de circunstancia los tres?, algo más escondía esa playa. Pero según iban cayendo los últimos rayos de sol, Anais se dio cuenta de que poco a poco iban más y más personas a esa playa misteriosa. Y si ya la curiosidad era poca ,empezó a darse cuenta de que cuando llegaban a esa gran roca ,todos miraban para ver que nadie miraba. Ese gesto típico que todos hacemos ,cuando no queremos que nadie nos mire, eso sumado a que nadie llevaba ropas de playa, sus ropas eran más bien sexi y provocativas y hasta diría que una chica iba con un picardías blanco. La curiosidad se la comía por dentro tanto que sin perder de vista de  la piedra se levanta y como hipnotizada se dirige a la roca.

-Anais ¿A dónde vas?, gritó Samila saliendo del mar.

-Me muero de curiosidad por ver esa playa.

-Espera Anais. No es una playa privada. Te hemos mentido, es… Las palabras no le salían a Samila.

-¡Es una playa donde la gente va a follar! Soltó a Alan sin pestañear y mirándola a la cara.

Anais de dejo caer sentándose en la arena.

_¡Mira que eres burro! Le recrimino Samila.

_ Anais lo siento ,no fuimos claros contigo.  Pero eso es lo que hay detrás de esa roca. Cada dos fines de semana se organiza un sábado especial, la fiesta del cuero, o de la lencería, fiestas de tríos ,etc. Todo con el sexo por bandera.

 Y si te estás preguntado, ¿Si hemos estado nosotros? Antes de que estos cobardes te mientan, ya te digo yo que sí, y varias veces.

_¡Alan! ¿Sutileza no sabes lo que es verdad? Le grito Samila a Alan 

-Pero, ¿Por qué me habéis mentido?, preguntó Anais un poco decepcionada.

-Anais lo siento ,pero no todo el mundo entiende que nos guste este tipo de juegos. Hemos ido un par de veces para divertirnos y pasarlo bien, y se lo hemos contado a quien en aquel momento consideramos amigo y amiga. Y al tiempo nos tacharon de enfermos, o que éramos mala gente, porque seguro consumimos algo raro, o simplemente se alejaron de nosotros. Te conocemos desde hace poco ,y no queríamos que nos juzgaran sin conocernos. Pero si te parecemos una pandilla de degenerados ,como alguno nos ha llamado ,lo entendemos.

-Anais agacho la cabeza, su corazón latía fuertemente, no sabía qué hacer. Toda su vida había seguido las reglas ,todas menos desde que había llegado a la isla. Viendo que Anais no decía nada ,los chicos recogieron sus toallas.  Alan se le acercó, Samila y Toni iban detrás. -Bueno estirada, si necesitas algo por la isla ya sabes donde encontrarnos. Anais levantó la vista, sus amigos tenían la mirada cabizbaja .

-Ósea ,que queréis la playa  para vosotros solos. Soltó Anais con una sonrisa cómplice. Y Samila fue la primera en  tirarse encima y abrazarla.

-Gracias por no juzgarnos. Le dijo flojito al oído. Toni le dedicó una sonrisa y un guiño de agradecimiento.

_ Mira la estirada ,al final, me va a caer bien y todo, dijo con tono burlón Alan.

-¡¡Alannn!!... Gritaron todos a la vez a modo de regañina por llamarla estirada.

-Anais, hoy no podemos ir a la Libidos, que es como se llama la playa, porque esto no funciona así. Yo conozco a Santi Godoy, hablaré con él, ya te explicaré las normas y condiciones . Hay que dar un nombre siempre falso, a no ser que seas como Alan, que siempre da su nombre, y todas las miradas se pusieron en él. 

-¡Que pasa me gusta mi nombre! Se defendió Alan. Si quieres el fin de semana que viene nos apuntamos. Explicó Samila, contenta de ver que su amiga no la juzgaba.

-Uf, qué nervios me están dando ya. Prefiero que me contéis antes un poco como va eso ,¿qué hago? ¿Qué dijo? Anais estaba nerviosa.

-Nena que se trata de follar ,no de presentarse con el currículum en la mano. Soltó a Alan sin filtros.

-Tranquila, como es tu primera vez te cuidaremos ,y no dejaremos que los carroñeros te atrapen, por qué como huelan carne fresca estás perdida muñeca.

-¡CARROÑEROS S! Soltó Anais descolocada.

-Tranquilízate, dijo Toni intentando tranquilizarla.

-Oye una pregunta. ¿Vosotros tres...? Ya... ¿Sabéis? Pregunto Anais picarona.

-¿Pero bueno…? ¡La estirada que cotilla! Le contestó Samila, entre sonrisas y cosquillas.

Y los cuatro se enzarzaron en una pelea de cosquillas y pellizcos, que entre risas y sonrisas pasaron una tarde tan entretenida ,que ya Anais se había olvidado de la gente que se acercaba a la gran roca ,Libidos.

LIBIDOS

Cuando llegó la semana de la Libidos, Anais volvió a sacar el tema de la playa, tenía una mezcla de miedo, excitación, curiosidad y deseo. Nunca lo había contado, pero siempre sintió que el sexo no era como todos lo veían, algo de la pareja, del matrimonio, una especie de tabú. Pero esta vez, se sentía comprendida, es más, todos estos nuevos amigos, sabían mucho más que ella, y lo veían el sexo  de lo más natural.

-Bueno Anais, te traigo este folleto donde te explican un poco las normas, son un poco de cajón, pero está bien recordarlas, yo si quieres te las resumo:

* Está prohibido implicarse emocionalmente.

* El uso del preservativo es obligatorio.

* Nadie puede obligar ,presionar, coaccionar, forzar, etc. a nadie.

* Nada de besos románticos, si no son para calentar el ambiente.

* Nada de nombres reales ni intercambio de teléfonos dentro del local.

* Se viene a disfrutar, no es un sitio de citas y por supuesto están prohibidos móviles, cámaras, etc.

No te preocupes, verás que todo sale fluido. Dijo Samila guiñándole un ojo a Anais.

Y eso Anais es lo que tienes que saber por ahora ,si algo no te gusta ,o alguien te hace sentir incómoda, te levantas y buscas otra cosa que te guste. En principio la entrada tiene que ser en pareja, como somos dos y dos, nos harán la vista gorda.

 -Cuéntame, qué sientes, qué te parece, si no estás  preparada no pasa nada.

- Nerviosa, ansiosa, no sé ,la verdad intento visualizar el día ,y no sé qué hacer, ni cómo comportarme.

-Entonces estás preparada, Y con una gran sonrisa, Samila le dio un  abrazo a Anais.

Mira, olvídate a dónde vas, tú piensa que vas a otro sitio ,déjate llevar si el cuerpo te lo pide, ¡adelante! Sí, no... y dándole un pellizco, y soltando una carcajada, no molestes, y salió corriendo.

_¡Espera!, gritó Anais.

Pronto se encontraron con Alan y Toni.

_¿A dónde vais par de dos? Grito Alan.

_ ¡Anais que me quiere pillar a mí, sola antes de llegar a Libidos! Mintió bromeando Samila con una sonrisa picarona.

Bueno va, chicas parar, tengo una noticia, he hablado con Santy Godoy, el portero y ya tenemos fecha, y tema, LOS AMIGOS SON PARA COMPARTIR, es nuestro tema dentro de dos semanas. Dijo Alan.

LLEGO EL DÍA

La semana pasó volando. Una tarde llego Samila a casa de Anais con una maleta roja y vestida con una bata de satén negro.

—¿Hola Samila ,que te trae por aquí? Dijo Anais al abrir la muerta.

Samila, entró directa al salón, soltó su maleta y con las manos sujetando los lazos de su bata de satén ,la abrió y la dejó caer sobre sus ojos, mientras se llevaba las manos a la cintura ,como si fuese una gran modelo de pasarela, ¿y, que te parece? Preguntó Samila toda orgullosa.

—Es precioso, me encanta ,pero con quien has quedado, amiga.

Samila llevaba un body negro de encajes y transparencias que dejaban ver su fina silueta, y las medias, con liga y lazos ,la hacían verse una diosa.

—¿Quedado? Dirás, hemos quedado, hoy es la gran noche de la Libidos ¿recuerda?

No, no me he olvidado, pero no pensarás que me voy a poner algo así, verdad.

—No ,claro, algo así no ,porque este es único y lo llevaré yo, pero algo así sí.

Y abrió la maleta dejando ver elegantes conjuntos de lencería y bodys.

—¡Estás loca Samila, si crees que me voy a poner algo de eso!

Y haciendo oídos sordos ,Samila rebusco en esa maleta y sacó un conjunto azul con cintas que le salían de todos lados que visto así no tenía mucho sentido. ¡PRUÉBATELO! Grito Samila.

—Samila es que yo no, de verdad que no. Titubeo Anais.

—¡Ya, pruébatelo!

_ Anaís obedeció a su amiga.

Cuando Anais ,salió del baño, estaba muy sexi.

—¡Lo sabía! Es que sabía que te quedaría de lujo, no me mires así Anais vamos a Libidos, no a la playa a tomar el sol.

—¡La verdad, es que me encanta! Nunca pensé, que este lío de cintas tapara lo   justo lo que tenían que tapar y me hicieran sentir tan sexy.

Solo te faltan las medias, tacones y la minifalda, que te dan ese puntito de morbo, y lista para cazar, o ser cazada, lo que mi querida Anais prefiera ,bromeó Samila.

Llegaron los cuatro juntos, Santy Godoy los esperaba en la puerta.

—Buenas noches, chicos ,ya sabéis como funciona todo no?

Entraron juntos a la primera puerta, un gran recibidor, con un guarda, abrigos y taquillas, es lo primero que vieron ,los chicos sabían perfectamente su camino ,y Samila qué sabía de los nervios de Anais, la cogió de la mano y guiñándole un ojo entraron por la puerta de las chicas.

Nada más entrar,  Samila saludo muy cariñosamente a una pareja, que estaban en la barra. Anais se adentró al local y viendo en cada rincón   como parejas se besaban, se hablaban, miraban y se sentía en todo el local, un ambiente agradable. Entre otras, por qué todo el mundo andaba a lo suyo. Quizás por la  luz tenue  del local, el color rojo suave de sus bombillas o el conjunto en general estaban generando en ella una excitación nueva para ella. Siguió andando, se fijó en un trío de dos chicos y una chica y sin saber cómo aún, poco a poco se fue acercando, la chica entre los chicos le cogió la mano muy suavemente y dejándose llevar,  empezó  basarla  mientras varias manos recorrían su cuerpo. Unos labios besaban su cuello, estaba en un estado de excitación que no podía controlar. Hasta que uno de los chicos, le preguntó por su amigo para compartir. Ella miró a Toni, pero viendo que estaba ocupado, con mucha delicadeza, dejaron a Anais allí plantada, y siguieron con su juego. Anais ,siguió andando por el local, mientras su excitación se apoderaba más y más. Se encaminó hacia donde estaba Tony ,y aunque su primera intención fue ir a su lado, cuando bajó la mirada vio cómo dos chicas le hacían un trabajito   a dos lenguas ,que aunque Tony tenía sus ojos en la misma dirección de Anais, no la veía.

Busco a Samila deteniéndose en cada cara de cada chica, de la sala, pero sin encontrarla La cara de aquellas chicas ,gozando, hacían que Anais bajase su mano apretando suavemente  para sentir como su calor le ardía entre las piernas. Lo que la hizo meterse en una habitación una oscura, solo un cristal dejaba entrever la figura de sus participantes.

Nada más entrar, unos labios fueron a por su boca, sabía perfectamente que era una chica antes de que sus manos se posaran en sus senos, y los acariciara rozando los pezones. Al principio no sabía qué hacer, pero en un segundo decidió seguir el juego y disfrutar. Acaricio aquellos pechos como a ella le gustaría que se lo hicieran, y bajo a lamerlos, dando pequeños mordiscos a aquellos erectos pezones ,que su propietaria gemía con cada mordisco. No tardó en notar como unas manos un tanto ásperas y de piel curtida ,pero delicadamente acariciaba su trasero subiendo por el centro de su espalda, esa sensación de no saber quién era, le gustaba más de lo que se hubiese imaginado. Una mano subió   hasta llegar a su cuello, apartó el pelo con suavidad y sintió el aliento en su oído derecho ,estaba tan excitada que el no saber quién era la excitaba más, mientras la otra mano, se perdía en su entre pierna sabiendo bien donde tocar, acariciar y acelerar en ritmo. El desconocido, pego su boca al oído y con voz suave le susurró.

—Esta noche no todos van a ser desconocidos.

Anais estaba tan alterada que ni se dio cuenta de que era Alan. Pero esa frase fue la detonante para que empezara a lamer, chupar, morder y besar sin tapujos. Se dejó llevar, la excitación y el deseo hizo que disfrutará   sin pensar que el cuerpo era el  que lamia fuese hombre o mujer. La caricia que sentía de varias manos por todo su cuerpo, la tenía sumergida en un estado de exaltación que su único objetivo era disfrutar sin cuestionarse.

Siguió un buen rato en el cuarto a pesar de que los participantes se iban yendo ,y otros nuevos seguían entrando.  Llegó un momento que notaba como que los participantes eran cariñosos con ella ,como si hubieses cogido confianza con ella. Sintió como un hombre la tumbaba besándole en cuello, y otro besaba sus pies ,sus rodillas y se entretenía en su entrepierna ,seguía sintiendo esa calidez familiar mezclada con gemidos de placer, fuese quien fuese, la hacía sentir cómoda y protegida. Una chica acercó sus senos para que se los mordisqueaba, y Anais los agarro con fuerza y empezó a lamerlos. Por el olor que desprendía y sus gemidos sabía que era Samila y eso la excitaba más. Otro de los chicos este algo rudo y bruto  agarro a Anais por la cintura y se la metió casi de un golpe, el grito de placer se oyó en todo la sala Anais estaba tan excitada  que pedía más, su cuerpo se retorcía entre manos y leguas que recorrían su cuerpo, alguien entro a la habitación y sin ver quien era sabia que era Toni, lo tumbo delante de ella y empezó a lamerlo entreteniéndose como  nunca y devorando aquella entrepierna ,como si se lo quisiera tragar entera. Mientras el chico rudo seguía  dándole con toda su fuerza, una mezcla entre dolor y placer que nunca antes había experimentado y la estaban llenando de placer ,tanto que hasta sus piernas estaban casi flaqueando. Los cuatro amigos terminaron solos en aquella sala y siguieron disfrutando hasta que ya todos terminaros satisfechos.

-¿Cómo estás? Pregunto Samila a Anais.

_ Pues ,¿Para cuándo la próxima?

Y los cuatro amigos se abrazaron y siguieron la noche   entre bares y discotecas .

DESPUÉS DE LIBIDOS

Los cuatro salieron del local con una sonrisa de oreja a oreja.

Anais era la más emocionada, no solo por la experiencia de probar algo nuevo, si no porque por fin había hecho algo sin que nadie la cuestionara.

Lo había hecho sin que nadie  la criticara y nadie opine de ella, ni la mirasen mal por hacer lo que le apetecía. Miró a sus amigos  y pensó que eso eran amigos de verdad ,alguien que te quiera como eres ,que llore contigo, que ría  con tus alegría ,y te acompañe en tus locuras. Ella venía de una educación tradicional donde naces para casarte y  tener hijos. Pero ella nunca quiso eso ,y en su interior sabía que tenía que haber muchas maneras de vivir una vida.

Estaba tan  emocionada ,que ni cuenta se daba que no paraba de sonreír.

__ Chicos, Anais está alucinando, no sé si para bien o para mal, pero no creo que esa sonrisilla sea que lo  hayamos pasado mal.

--¡Qué tonta eres Samila! Una cosa os digo a los tres, nunca, oírme bien, nunca más…

(Todos la miraron con expresión seria, quizás se habían pasado, quizás pensó en algo más tranquilo, estaban seguros de que habían metido la pata)

Samila se apresuró a disculparse ,toda preocupada .

—Anais, nosotros  de verdad , que lo sentimos…

—¡Cállate Samila! Grito Anais.

Os vuelvo a repetir, nunca más, dejéis… Y con una gran sonrisa  y señalando con el dedo a cada uno …

—Nunca dejéis de ser amigos de Santy Godoy. Quiero ir a todas las fiestas de libidos y con vosotros, y todos se abrazaron y se echaron a reír.

—Mira, la "estiradilla"  salió  fiestera.

—¡ALAAAN! Gritaron todos al unísono.

La semana pasó sin sobresaltos ,pero Anais no dejaba de pensar en Libidos ,y recordar todo lo que hizo y vio en aquel local, la hacían excitarse un poco. Pero lo  que más le llamaba la atención es que ninguno hablaba del tema ,es como si no hubiese pasado nada, y no sería ella quien sacara el tema. La verdad era como ese lema de, Lo que pasa en las Vegas ,se queda en las Vegas.

Llegaron al hotel, y Anais empezó a reflexionar, en el ritmo de vida de la isla, en Samila ,Libidos, y  que en dos semanas volvería otra vez a esa vida que no le aportaba nada.

Alan y Tony ,qué buena mezcla los dos. Juntos serían el hombre perfecto de sus sueños ,aunque también los dos tenían cosas que no le gustaban. Llegó a la conclusión de que, prefería, desearlos a tenerlos. Sencillamente, no sentía la necesidad de estar con nadie, estaba bien como estaba. Y recordó cuando con 15 años le dijo estas mismas palabras a su madre ,que no tardó en llevarla a un psicólogo y diagnosticarle alexitimia 

Lo único que tenía era que se sentía mal por pensar diferente ,y creer que tener aquellos pensamientos  defraudaron a sus padres amigos ,etc.

Y de lo único que no se daba cuenta ,es que se defrauda ella misma. Por fin, entendió ,que ningún chico la llenaba. A pesar de que lo entregaba todo, tanto que olvidaba sus gustos, incluso se guardaba sus opinión ,para no disgustarse. A tal punto que  se aferraba a ellos , y ella misma se olvidaba de ella. Se entregaba tanto que al tiempo se veía vacía y sola, y los dejaba porque  ya no les aportan nada. Se volvía fría ,y como que ninguna emoción la hacía reaccionar

Por fin sabía lo que quería y no le importaba lo que opinaran los demás.

Se duchó y salió a pasear por ese rinconcito de playa  que estaba a la vista de todos ,pero no todos veían, volvió a sentarse y hundir las manos en aquella arena ,y como había hecho la primera vez desnudarse y bañarse .

Esta vez nadie salió entre los setos ,paseo desnuda por la orilla ,se sentía libre ,libre como nunca ,había tomado una decisión ,la más importante de su vida, por fin era dueña de ella misma.

A la mañana siguiente ,lo primero que hizo fue llamar a su madre y contarle que no volvería ,que se quedaba allí, que aquel era su lugar.

—Siento arruinarte la alegría ,mi vida, pero tengo una mala noticia.

Tu abuela Carmen murió hace tres semanas, todavía no habías llegado tú a las islas cuando murió. Como tú sabías ,estaba muy mal y ya hacía tiempo que los médicos nos habían comentado que  en cualquier día podía dejarnos.

—Sé que te estarás preguntando por qué no te hemos dicho nada. Primero porque todo fue muy rápido, y aunque dieras vuelta no llegarías al entierro, y la segunda porque teníamos órdenes de tu abuela de no avisarte. Ella mejor que nadie sabía lo importante de este viaje. Siempre decía,  no va de vacaciones ,va  encontrarse  ella misma y debemos dejarla que nadie ni nada interfiera por favor.

MI ABUELA CARMEN.

Y mientras escuchaba  a su madre, se acordó de Claudia, la mujer de las cenizas en el avión.

—¡Mamá, te hablo luego si! Y sin esperar respuesta colgó.

Busco entre todas los papeles aquella nota que Claudia había dejado en el asiento del avión.

No recordaba haberla metido en un sobre, pero quizás los nervios del momento ,no vieron el sobre. Al sacar la nota del sobre ,salió enganchada una bolsita de tela transparente, con una cadena y una nota. No recordaba ni el sobre, ni la cadena,Anais estaba extrañada de todo esto. Quiso pensar que quizás alguna de las azafatas la habría encontrado en el suelo y le la había metido en la maleta.

Erika, se llamaba Erika, una azafata ,de pelo corto ,le había traído un té y recordó ayudarla a recoger sus pertenencias. Nunca más había pensado en ese momento desde que había puesto los pies en tierra.

Abrió la bolsa con mucho cuidado y al tener la cadena más  cerca en su mano, no sabía  por qué le resultaba familiar.

Abrió la nota:

Mi querida niña, como sabes estoy muy mala, no creo que pase de estas semanas. Me gustaría pedirte perdón, por engañarte y decirte que me quedaba más tiempo, de vida. Pero no quería anular este viaje. Sé que este viaje va a ser muy especial para ti, por eso te metí este sobre en la maleta para que cuando lo encontraras no pudieras regresar. No quería que vinieras a mi entierro,ni que estés triste, sabes bien que no soportaba verte triste. Quiero que estas vacaciones ,estés donde estés, te sirvan para darte cuenta de que eres muy especial, y vales mucho más de lo que tú piensas. Que no necesitas a nadie para sentirte fuerte y bella,aunque eso no significa que no te enamores,pero hasta que no te enamores de ti misma ,nunca encontraras el amor de verdad. Te he mandado esta cadena ,que seguro te resulta familiar,¿verdad? Si cariño es la misma la cadena de tu abuelo. Te acuerdas, es la cadena con la alianza de boda,que tu abuelo te ponía el cuello cuando estabas triste y te contaba sus cuentos de la tortuga. Te dormías con ella pensando que era mágica. Cariño,mi niña, he mandado a tu madre que con mis cenizas y las del abuelo,  hiciera dos colgantes,  uno para ella y otro especial para ti. Anais llamó a su madre y entre lágrimas su madre le confirmó lo que su abuela había dejado escrito.

Anais bajo las escaleras, buscando el abrazo de su amiga Samila, llevaba la camiseta empapada de lágrimas.  Pero ahora más que nunca necesitaba ese abrazo de amigos , más que familia.

Los chicos no tardaron en aparecer:

—Así que nuestra “estirada” favorita se ha enamorado de las islas y se queda con nosotros. Exclamó Alan.

—¿Podrás vivir sin ese café de la ciudad? Siguió con la broma Tony.

—Y lo más importante ,podrás aguantarnos todos los días  “estiradilla de ciudad” bromeó Samila.

Anais todavía con las lágrimas de dolor por lo de su abuela en los ojos, sonrió y abrazó aquella pequeña familia que eran sus amigos. Pasado unos meses, Anais estaba completamente integrada en la isla, realizando un trabajo para lo que nunca había estudiado. En un lugar que nunca hubiese imaginado,y vestía como nunca pesaría. Biquinis ,chanclas y pareos eran su uniforme diario. Las visitas a Libidos   se fueron convirtiendo en visita  obligada  cada quince días , en las fiestas especiales ,que no sé pedía pareja pero  si entrar chico/a por eso de ser pares. Siguió con su tira y afloja con Alan y Tony  ,que sin nada la seguían llenando de sensualidad y picardía.

Al cabo de un tiempo ,en recepción, llegó un pequeño paquete para Anais. Ella sabía bien lo que era, pero lo abrió con el mismo entusiasmo que se abren  los regalos sorpresas. Era el medallón que su abuela había encargado para ella. Un medallón con una isla en la que la pequeña tortuga de color rosa,  Claudia ,la protagonista de todos los cuentos de su abuelo,  llevaba tatuado e Nievin el muñeco de nieve que su abuela siempre le hacía poner en el cuentos, para fastidiar a su abuelo. Pero  siempre se lo tatuaba en el caparazón de la tortuga  para poder seguir con su cuento. Y una isla en la que estaba nevando ,no era más que un pequeño guiño a las islas de San Cristóbal y Nieves. Anais rompió a llorar abrazada a su amiga Samila.

—¿Qué pasa? Preguntó a Tony que pasaba por ahí.

-Nada tranquilo, respondió Camila solo son 

              Claudia y sus cenizas.

y las dos terminaron riendo.

© Derechos de autor. Todos los derechos reservados.

Necesitamos su consentimiento para cargar las traducciones

Utilizamos un servicio de terceros para traducir el contenido del sitio web que puede recopilar datos sobre su actividad. Por favor, revise los detalles y acepte el servicio para ver las traducciones.