OTRO VIAJE

Capitulo 1


Desde muy pequeña Mónica estaba encantada con su tío Sandro. Sandro el hermano pequeño de su madre era un aventurero de culo inquieto, siempre de aquí para allá. Cada vez que volvía de sus viajes, le contaba sus aventuras y siempre terminaba con alguna de sus aventuras en Italia. La más fantástica, la leyenda más apasionante o incluso la más romántica, salía de Italia de ahí, la pasión de Mónica por ese país. A Mónica le encantaba Italia, pero especialmente Brindisi, ciudad donde su tío Sandro basaba todas sus historias y donde él echó raíces. Bríndisi era un lugar con encanto donde pasear por sus calles empedradas, era como estar un escenario de cuento, las calles tranquilas, donde el reloj parecía no existir, solo la llegada de los barcos al puerto anunciando la pesca del día rompía ese silencio. Todos los meses le mandaba una postal y por detrás una historia o leyenda sobre la imagen de la postal. A veces ciertas, a veces inventadas, pero eso a Mónica no le importaba, estaba ilusionada cada vez que llegaba una postal de su tío. Hasta que su tío después de un accidente con su parapente y ya no escribía historias como antes, no tenía ánimo, ni para inventarse historias para su sobrina. La tristeza de no poder moverse se apoderó de él, y poco a poco se fue apagando, no sin antes decirle a su querida sobrina, Brindisi era mi  reino y tú la princesa de mi cuento. Esas fueron sus últimas palabras. Pero las ganas de ver Brindisi no decayeron en Mónica. Había escuchado tantas historias, y se había informado tantas veces de todo sobre Brindisi, que se moría por ir. Quería ver sus aguas cristalinas, ese espejo que, a la caída del sol, reflejaba toda la ciudad. Se había enamorado de la ciudad, las historias de su tío habían calado hondo en ella, tanto  que ir a visitarla era su gran deseo. El mismo día que cumplió los 18 años, sus amigas le habían preparado unas vacaciones en Bríndisi. Mónica estaba encantada, no veía el momento de llegar. Una vez en Brindisi todo era más bonito de lo que se había imaginado e incluso el recuerdo de su tío parecía doler menos, sentía como si su tío le susurrase al oído todas aquellas historias. Pasado unos días Mónica conoció Paolo ,él trabajaba en un pequeño pub al que acudían todas las noches después de cenar. Paolo la verdad es que era un hombre, que no pasaba inadvertido, un moreno de 1’80, con una media melena rozándole los hombros, ojos verdes que brillaban como esmeraldas cuando les daba la luz del sol, y cuando no había luz, lucían como una verde botella, tan intenso que de igual manera era imposible no fijarse en él. Poco a poco Mónica fue enamorándose de Paolo, y con el tiempo Mónica se trasladó a vivir a Bríndisi. Estaba encantada y durante un tiempo todo fue fantástico hasta que poco a poco, empezó a darse cuenta de que Paolo se comportaba de forma extraña y cada día venía más tarde del trabajo. Cuando ella le reprochaba algo, a él parecía no importarle, Mónica sospechaba que Paolo tenía una amante. Una noche Mónica le propuso trabajar en el pub para así averiguar quién podría ser, pues sospechaba que sería alguna de las camareras. Pero Mónica descubrió algo peor, se dio cuenta de que aquel pequeño pub, a partir de ciertas horas era un club donde ya las chicas se cambiaban de ropa y el ambiente cambiaba por completo .Mónica quería morirse, Paolo solo la tenía en la barra, pero  no le gustaba nada ese ambiente .Los hombres la miraban como mercancía y nadie sabía si alternaba o no, pero aquellas miradas desagradables eran lo suficiente para hacerte sentir mal.Todos en el pub sabían que era   la mujer de Paolo  y nadie se atrevía a preguntarle  nada que no fuese relacionado con la bebida. Los más veteranos del club sabían que otras esposas de Paolo habían terminado siendo moneda de cambio si Paolo conseguía un buen trato a cambio, por eso no las dejaba alternar ,para tener a alguna que la desearán más que otra cosa . Mónica sabía que tenía que salir de allí pero también sabía que no iba a ser fácil, porque Paolo aparte de  los teje manejes del club,ocultaba algo más.

 

 

CAPITULO 2


Todos los viernes aparecía un grupo de hombres muy bien vestidos y con grandes coches en la puerta y Paolo sacaba dinero de la caja fuerte y le hacía la pelota a uno de ellos. Y Paolo odiaba reírle las gracias a nadie. Mónica sospechaba que serían de alguna mafia o algo así, sus vestimentas, su derroche de poder, su actitud a la hora de hablar y sobre todo esos guardaespaldas que al mínimo movimiento de cabeza de su jefe, té agarraban de cuello sin titubeos. Paolo estaba encantado, y esta gente confiaban en él, cada vez le daban más responsabilidades que Paolo transformaba en más poder. Y cada día Paolo se volvía más agresivo. Trataba a todo el mundo con fuerza y sin razonamiento, Mónica intentaba poner algo de humanidad en todo eso, pero era imposible. Paolo se sentía respaldado por esa gente que al mínimo problema esa gente se lo solucionaba de la manera más rápida y no de la correcta. Mónica, ya era conocida como la mujer de Paolo y eso no era bueno, porque, aunque nadie se metería con ella, estaba más vigilada de lo que Mónica se creía y si alguien veía que hacía algo, no lógico para una Dama, nombre que daban a las mujeres de los jefes, o simplemente para dar a conocer a los miembros de la banda que esa mujer tiene dueño. Y con ese mismo título ellas tenían que cumplir ciertas normas. Y no dudaban en recriminarle a Paolo, el comportamiento de su Dama. Así que ser la Dama de Paolo era tener defensores como odiados en la misma proporción. Aunque no sabía cómo, Mónica sabía que se tenía que salir de allí, que su sueño, su Brindisi de su infancia se estaba convirtiendo en su peor pesadilla. Un viernes como de costumbre, en el club Paolo estaba con esos hombres, pero esta vez Paolo estaba más nervioso de lo normal. FRANK CARLO PIZCIANI, jefe de los PIZCIANI, no paraban de mirar para la barra, Mónica estaba más nerviosa de lo normal, todos miraban y cuchicheaban mirando hacia la barra. Paolo también la miraba, clavaba la mirada sobre ella. Sus ojos se clavaron en Mónica con un gesto duro, y con cara de desprecio, y como complacido a la vez. Mónica sabía lo que pasaba había visto esa mirada antes, Paolo la había cambiado por alguna propiedad era algo que hacía constantemente con las chicas, pero nunca se había atrevido Mónica. Mónica tenía que huir sabía que sería moneda de cambio, cada vez que, a Paolo, se le antojase… Una de las chicas ya le habían contado, lo que había hecho con sus anteriores Damas. Paolo le había contado a Mónica que su antigua Dama se había vuelto loca y había terminado suicidándose. Ahora Mónica sabía el porqué, pero no sería fácil salir de ahí, así que tenía que pensárselo muy bien antes de dar un paso. Había engañado a Paolo que estaba en esos días, y esa misma noche Mónica huyó con la ayuda de las chicas del club. Pero los hombres de Picziani la encontraron .Se la llevaron a la mansión de su jefe y allí estaba Paolo ,que no movió ni un dedo por ayudarla .La subieron a una habitación esa noche FRANK CARLO , la forzó ,porque ese era el trato que había hecho Paolo a cambio de cualquier club de mala muerte que a Paolo se le había antojado para reformarlo y así seguir con sus teje manejes .Raúl uno de los hombres de Frank Pizciani la dejo en la puerta de la casa, pero antes de bajarse del coche Raúl, le ofreció un pañuelo , para las lágrimas y le dijo -(Lo siento Mónica, si necesitas algo , puedes contar conmigo )ella clavo su mirada tan fuerte y con tanta rabia que Raúl bajo la cabeza. Mónica se sentía sucia y muy cabreada viendo la vida que le esperaba, fue a casa llena de odio Cogió un cuchillo de cocina y aprovechando que Paolo estaba medio dormido, se subió encima de él y con el cuchillo rozando su cuello lo amenazó de muerte y que se iba de la casa que si volvía a buscarla le contaría todos sus tratos y los engaños al señor Pizciani que estaría encantado de saber cómo su fiel amigo le engañaba.


 

CAPITULO 3
 

Paolo nunca había visto así a Mónica, tenía la cara desencajada y la respiración muy acelerada, Mónica le clavó el cuchillo en el hombro, cogió dinero y salió huyendo, mientras Paolo le gritaba, mil y un insultos. Para desgracia de Mónica, los hombres de Pizciani no tardaron en encontrarla. Sandro Arcanis uno de los guardaespaldas de Picziani no dudo en arrastrarla calle abajo y meterla en el maletero. Ya en la mansión Pizciani la encerró en una habitación fría y con una cama que recordaba a las camas de las cárceles. Mónica estaba asustada no sabía que harían con ella, El primero en aparecer fue Raúl a traerle una bandeja con agua y fruta, y detrás Frank Pizciani. Mónica te voy a ser franco, en casos como estos no tendría piedad y como castigo tendrías la muerte o trabajarías en el peor club de Sicilia hasta que cualquiera te pegase alguna enfermedad, o hasta que muriese tirada en la calle como una rata. Pero si me ayudas, yo te ayudo, sé perfectamente que Paolo tiene tratos con los Campari y con los Antoneles, pero no sé exactamente que tratos con cada uno. Pero sea lo que sea, está perjudicando a mi negocio. Paolo no es muy listo, le puede la codicia y se pierde los nervios en cuando ve los fajos de billetes. Nunca desconfiaría de ti, no me malinterpretes, pero para Paolo eres una más del club. Ayúdame a descubrirlo, y te devuelvo tu libertad. Mónica aceptó el trato. Frank Pizciani, Sandro y Raúl acompañaron a Mónica a su casa y con mano dura amenazaron a Paolo.
-Que a Mónica no le pasé nada. O pagaras con tu vida. 
Mónica pasaba de ser la mujer de Paolo, a ser una protegida del Señor Picziani.
Paolo no soportaba al S. Pizciani, pero tenía negocios que le iban muy bien gracias a él y sabía que desobedecer al S. Pizciani era tener medio pie en la tumba y el otro medio en la ruina. Ya casi no aparecía por casa, solo a por ropa y poco más, se pasaba el día en el club o en sus negocios. Mónica siguió trabajando en la barra del club, aunque esta vez nadie se atrevía a mirarla como mercancía, también empezó a llevar las cuentas del club, y para su sorpresa a Paolo no le pareció mal, sabía bien que Mónica tenía buena mano para los negocios, solo que temía hasta qué punto Mónica llegaría a descubrir todo su negocio. Pasado un tiempo, todo iba normal o eso le parecía a Mónica las cuentas salían siempre de más siempre sobraba dinero, y por más que las volvía a contar salían de más. Un día Mónica se fijó que muchos clientes dejaban fajos de dinero en la barra e incluso muchos no subían con las chicas, ni siquiera se bebían nada. Un día desde la ventana de su oficina, Mónica se fijó, que había más chicas extranjeras que ya no veía caras conocidas, entonces busco a Nthaxa. Era una de las chicas que más tiempo llevaban en el local, pero ninguna de sus compañeras le supo decir con acierto realmente dónde estaba Nthaxa. También se acordó de una chica oriental que siempre se reía, y nosotros pensábamos que no sabía el idioma por eso se reía, y sabía perfectamente hablarlo, pero había aprendido que calladita ganaba más. Y tampoco nadie supo decirle dónde estaba Yaoin Liu, (Liu) como la llamaban las chicas. En ese mismo instante Paolo hizo su aparición.
-Paolo, espera. (le grité) 
-Dime, que quieres, no tengo mucho tiempo. (su humor era de perros) 
- ¿y, Nthaxa y Liu?, pregunté sin titubeos.
 - ¡A mí que me cuentas! … Las chicas van y vienen.  -Pero Nthaxa estaba contenta, de trabajar aquí se había comprado un apartamento a las afueras y le iba bien, tenía el privilegio de elegir al cliente que quería, dudo mucho que se fuera así por así... (me quede pensando)  
Mónica las chicas van y vienen, ¡tú no tienes ni idea de cómo va este negocio!
-Quizás no entiendo de negocios Paolo, pero entiendo que Nthaxa estaba bien, y cuando alguien está bien no lo deja todo, así como así. 

Capitulo 4
 

Mónica se quedó todo el día pensando donde podría encontrarla, entonces Mónica recordó una conversación que habían tenido hace tiempo donde le contaba que tenía un buen amigo que trabajaba en una cafetería muy cerca de su piso. Yaris, se llamaba Yaris, recordaba su nombre de pequeña el gato de mi vecina se llamaba así. A la mañana siguiente se fue a buscar la cafetería. Antes de sonar el despertador sonó el móvil, era el señor Picziani, preguntándole si había averiguado algo, Mónica le dijo que estaban en ello, que le diera un poquito más de tiempo que estaba buscando a una muchacha que si le podría contar algo. Mónica sabía perfectamente que Nthaxa le podría contar cosas del club no solo porque era la que más tiempo llevaban en el club, sino porque además Nthaxa era la que le había contado a Mónica lo que les había pasado a las antiguas esposas de Paolo. Para la decepción de Mónica el bar estaba cerrado entonces se quedó a husmear poco por allí para ver si alguien le podría contar algo. Una mujer mayor con el pelo blanco, y casi gritándole le pregunta.
- ¿Eh...quién eres tú? Y que haces por aquí.
-Estaba buscando a Yaris! Señalándole el bar, dijo Mónica.   -Yaris ya no trabaja en ese bar se fue con su amiga la puta. Ganas me dieron de contestarle malamente a esa señora por maleducada, cuando con lo de puta se referían a Nthaxa como con desprecio, pero convenía llevarse bien para poder sacarle la máxima información.
-Y … Disculpe, ¿no sabrá donde puedo encontrarlos?
-Yaris se volvió a su pueblo Pedagne no muy lejos de aquí se fue con su familia y la put… (la miré fijamente a los ojos) por favor no insulte a nadie, le pedí amablemente.
-Y, la voratrice del sexo está en, (IL PIACERI DE KARIN.)
-Gracias, le contesté sonriendo irónicamente.

 

 

 

Capitulo 5 
 

Mónica se montó en el coche y se dirigió en busca de Nthaxa. El club donde trabajaba su amiga no quedaba lejos así que sin dudarlo se dirigió al club. Le extraño que no hubiese portero y que nadie le preguntase nada al entrar, puesto que las mujeres lo tienen un poco difícil en esos sitios, por miedo a encontrarse a su pareja. Se acercó a la barra y preguntó por su amiga Nthaxa ,aunque al momento se dio cuenta de que quizás por ese nombre no sabrían quién era, las chicas se cambiaban el nombre ,usaban uno para el trabajo y el suyo para el día a día pero antes de terminar la frase la vio ,al fondo con una peluca rosa(el color favorito de su niña) aunque ella era morena, pero el rosa le recordaba por que trabaja allí, para que su pequeña princesa se recuperara pronto.
- ¿Hola, Nthaxa?
-Mónica, pero… ¿Qué haces aquí?
-Nthaxa, me gustaría hablar contigo... (Nthaxa, interrumpe a Mónica, con voz firme)
-Mónica si bienes para que vuelva te puedes ir, ya Paolo me lo ha dejado bien clarito todo, él y sus matones.
Nthaxa se giró dándole la espalda a Mónica.
-Nthaxa, Paolo no sabe qué estoy aquí y necesito tu ayuda, por favor.
-Está bien Mónica, mañana quedamos y hablamos ahora tengo que seguir trabajando.
-Gracias, Nthaxa.
Mónica se montó en el coche, puso la emisora que le gustaba, estaba satisfecha, estaba segura de que Nthaxa le contaría mil y un trapo sucio de Paolo. Aunque la satisfacción de ella empezó a desvanecerse por momentos, se había dado cuenta de que un coche llevaba rato detrás de ella, estaba empezando a asustarse. Mónica cruzó de una calle a otra con intención de despistarlo, o para asegurarse que la seguían de verdad, y no solo era coincidencia que fuesen al mismo sitio. Enseguida se dio cuenta de que la seguía, se paró en una cafetería donde los aparcamientos están frente a unas enormes ventanas para así poder verle la cara al conductor. Ella se bajó rápido del coche, tan rápido que solo cogió el móvil y se olvidó el dinero. Mónica clavo la mirada en el coche que le perseguía, tanto que cuando la camarera le preguntó que quería, ella ni la miro, respondió con un simple, café solo por favor. El coche que la perseguía se quedó parado unos metros más atrás, era imposible distinguir si era hombre o mujer, asustada miro el móvil y sin pensarlo un minuto llamo a Raúl.
-Hola, Mónica, ¿Qué tal?
-Raúl estoy asustada me están persiguiendo y no sé quién es? ¿Qué hago?
-Mónica ¿estás bien? ¿Dónde estás?
-Estoy en la carretera vieja, cerca de la cafetería de Mario Mareti, ven por favor.
-No te muevas de ahí, estoy de camino. Raúl no tardó, ni dos segundos, bajo del coche y al entrar Mónica se dirigió a él corriendo, y abrazo a Raúl. Él no sabía si abrazarla o dejar que ella lo abrazara. Raúl no era un hombre de expresiones sentimentales públicas.  Mónica se sintió protegida, en brazos de Raúl, pero al mirarle a los ojos, vio el semblante serio y se despegó enseguida, pidiendo disculpas por ese abrazo tan efusivo.

-Gracias Raúl por venir, aquel coche … (dirigiendo su mirada atravesar de los cristales), No está... no está...el coche se fue, Raúl no está …
-Ya...ya… tranquilízate, ¿estás bien?, Pregunto Raúl con calma, y serenidad. Y cogiéndola del bazo se sentaron, y pidieron dos tilas. Poco a poco pasaron las horas y Raúl ya no estaba tan tenso como al principio y Mónica también estaba más relajada. Aquella voz serena y firme que siempre le había llamado la atención se había vuelto cálida y dulce. Mónica había visto en él algo diferente.

Capitulo 6
 

Mónica y Raúl están, muy a gusto conociéndose un poco más. Cuando de repente sonó el móvil de Raúl y su cara se volvió seria y áspera.
- ¡Tenemos que irnos ya! Ordenó sin titubeos Raúl.
Mónica quería recriminarle esa manera de hablarle, pero había sido una tarde demasiado tensa, y lo que menos le apetecía era discutir con Raúl. A la mañana siguiente Mónica se fue temprano a la cafetería donde había quedado con Nthaxa, quería pensar bien que preguntas hacerle, sin ser muy directa, pero pronto llegó Nthaxa. 
- ¡Buenos día Mónica!, dijo Nthaxa, más relajada que la última vez.
-Buenos días Nthaxa, gracias por venir sé que madrugar no te gusta nada, así que de nuevo Gracias.
-Bueno cuéntame de que querías hablarme. (pregunto Nthaxa)
-Nthaxa, tú llevas años trabajando en el club más grande que tiene Paolo y sé bien que durante mucho tiempo fuiste su niña mimada.
- ¡De mimada nada! interrumpe Nthaxa.
- Perdón, quise decir, alguien de confianza, algo así como su encargada. No se Nthaxa, pero necesito que me ayudes.
-Dime, ¿Por qué te fuiste del club?
-Que tratos tiene Paolo, con esa gente, ¿sabes perfectamente de que gente te hablo verdad?
-Mira Mónica, no estoy orgullosa de ser puta vale, pero bueno yo elegí este camino, no me importa el por qué, las demás lo hagan. Empecé a ver niñas cada vez más jóvenes, más angustiadas, más asustadas, y casi ninguna sabía el idioma, no sabían ni pedir agua. Y poco a poco empecé a verlas como zombis, y te juro que me da igual lo que cada una quiera meterse en el cuerpo para aguantar. Pero eran niñas ¡JODER! y esas niñas no se drogaban, a esas niñas las estaban drogando, obligándolas, destrozándoles la vida alguna llevaban palizas, intenté hablar con ellas, te juro que lo intente varias veces Mónica, pero era imposible estaban aterrorizadas. Se lo conté a Paolo y me dijo que yo a lo mío que viejas como yo, sobraban para limpiar y hacer camas, ¡vieja envidiosa! me grito mientras salía del despacho. Le pase por alto ese insulto, quería saber quién traía a esas niñas y quien las estaba maltratando. Intenté te lo juro, que intente ayudar a alguna de esas niñas pero estaban tan aterrorizadas, que no se atrevían ni a respirar. Mónica, las chicas iban con los clientes como perro que llevan al matadero. Sonia la única que conseguí que confiara en mí, prefería morir antes que seguir aquí. Le daba igual, sabía que moriría cualquier día de estos, me contaba las asquerosidades que algunos clientes les hacía, cuando yo empecé aquí, cada una teníamos unas normas infranqueables, y el club nos defendía. Un día me la encontré muerta en su cama y hoy en día nadie sabe si se suicidó o murió de una paliza o por tomar cualquier droga que algún cliente V.I.P de los exclusivos de Paolo, que se la diera para verla y disfrutar viéndola morir, hay gente con gustos muy raros y piensan que ser prostituta, es ser su juguete para lo que les plazca. Mónica, Sonia solo tenía 22 años, y me contó como Paolo la había engañado con el método (LOVER, BOY) a ella y a todas. (Mónica sintió presión en pecho, por esas niñas y decepcionándose ella misma porque también había sido engañada con el mismo método). Que no es más que engañarlas con enamoramientos y promesas de amor, las enamoraba hasta que conseguía que se alejaran de sus familiares. Las sacaban del país de origen, les quitan la documentación e incluso las encierran días sin comer en pisos lejanos de cualquier pueblo. Pará no levantar sospechas, los alquilan a 15 o 20 días como si de vacaciones se tratara y de ahí se las llevan de club en club, como novedad, y si alguna después de vejaciones, y palizas, todavía se resistía las drogaban hasta hacerlas que trabajasen por una dosis.
-Mónica con los ojos como platos inundados de lágrimas y la mano en la boca no salía de su asombro.
-Y por si fuera poco, una vez se trajo a una carita de ángel, un cielo de niña, una chiquilla con una discapacidad intelectual y no tuvo escrúpulos, ni para engañarla ni para meterla en este mundo y la ofrecía como regalo de la casa ni siquiera la pagada, ahí yo no aguante más. Cogí a Paolo del cuello y le dije que devolviera a esa carita de ángel a su casa o iría a la Policía. Por supuesto no tardo en mandar a sus matones a darme una paliza y amenazarme con matar a mi niña si volvía por allí, le pedí entre sollozos, por favor soltara a esas niñas, sobre todo a Lucia (Mi carita de ángel) te lo ruego, es una niña, está mal Paolo por dios... se grite con todas mis fuerzas tirada todavía en el suelo, y me dijo:
-Está bien, Lucia no trabajará más aquí, pero tú te largas y no habrás la boca … ¡Por el bien de tu hija!
- ¿Pero? Nthaxa, ¿por qué no me contaste nada?
-Pues por que eras la Dama de Paolo y ya pasé por eso con las otras Damas y ninguna hizo nada.
- No sé cómo se trae a las niñas, como pasan las aduanas y todos los controles, estoy perpleja, es verdad que Paolo tiene dinero, ¿pero tanto? … ¿Cómo lo hace? Yo he visto papeles y todo parece legal, alguna trampa hay, sí ,¿pero...? Para evadir impuestos y poco más, por dios nada de lo que me estás contando.
- ¿Mónica, pero a qué te crees que se dedican los Picziani? Lo mismo té consiguen ,un deportivo , que una chica , que droga, o hacen desaparecer a quien tú quieras, quien dice los Picziani, dice las Campari,etc... o cualquier otro pero claro luego se cobran intereses, o les debes favores , ósea gente a su entera disposición para cuando les haga falta, o lo que les apetezca ,esa gente no saben lo que es un No, por respuesta ,consiguen lo que quieren, cuando quieren, Mónica ten mucho cuidado. Esa gente hoy les haces falta y mañana te hacen desaparecer.

- (Mónica, le contó lo que le estaba pasando con Paolo y los Picziani.)
-Como ves Nthaxa, necesito tu ayuda, para poder recuperar mi vida. Y ayudar a esas niñas. No sé en quien confiar y no sé ni dónde buscar.
-Yo te ayudaré en lo que pueda, pero no digas a nadie que hablas conmigo, no sabes nada, ni me has visto. A partir de ahora nos veremos en el salón de belleza, Trivelle quedamos todos los viernes a las 18:00, si no puedes ese día no hay otro, ¿entendido? Por ahora mientras le vayas dando información a los Picziani , estarás bajo su protección, y Paolo no se atreverá a tocarte , pero estate preparada , cuando pase todo Paolo irá a por ti, y lo peor es que no irá a matarte, es demasiado cobarde para empuñar un arma , ni para tener a sus espaldas delitos de sangre, pero recuerdas lo que te conté de sus ex , recuerdas que todas terminaron locas y en prostíbulos de mala muerte , pues que no se te olvide . Sé que Paolo engaña a los Pizciani, adulterando la droga y rompiendo el pacto de exclusividad, se la compra a los Antoneles o a cualquier camello de poca monta, cualquiera que se la deje a buen precio, y se la cobra como buena, a sus clientes haciéndoles creer que es de los Pizciani. Lo peor es que los Picziani, están perdiendo clientes y cogiendo mala fama. Y Paolo está recomendando a sus clientes a los Campari. No quisiera yo estar en su pellejo, pero si te quieres enterar de más, fíjate bien que droga saca Paolo según quien esté en el club, no te has fijado que tiene distinto envoltorio y la forma de cerrar las papelinas, son diferentes. Las de color azul solo la saca Paolo de su despacho según quien esté en el local. Tienes que intentar saca una de las azules y pasársela a los Picziani, ellos le harán la prueba, pero ya te digo yo que cuando vean el envoltorio y el corte, tendrás tu libertad asegurada. Té vendría bien acercarte a Sandro Arcanis, y a Raúl Ferró, ellos saben bien por donde se mueve eso, y a quien visita Paolo. Pero ten mucho cuidado con Sandro, no me fio ni un pelo- ¿y Raúl?, pregunto Mónica rápidamente. -La verdad que Raúl, siempre ha sido un poco más humano, pero Raúl también está informado de por donde se mueve la droga. Pero no te fíes de Sandro, que es un cabrón sin escrúpulos, es capaz de vender a su madre por conseguir lo que quiere.

Capitulo 7
 

-Yo te recomendaría pegarte a Raúl además es bien sabido por todos que Raúl, te tiene cierto aprecio.
-A que te refieres, ¿con cierto aprecio?, -pregunto Mónica con semblante serio. Mónica por dios no me digas que no te has cuenta cómo te mira Raúl, cómo agachaba la cabeza cada vez que aparecías del brazo de Paolo?.., como apretaba los puños cuando presentía que estabas en peligro…,como sonreía por lo bajo cuando algo de lo que decías le hacía gracia,?…¿Quién te vigila todas las noches ,para que no te pase nada,?¿.Quien fue quien amenazo a Paolo por primera vez?...sigo Mónica o ya te das cuenta.
-Mónica intentaba mentalmente encontrarle, alguna respuesta más adecuada, a todo lo que Nthaxa, le estaba contando, y aunque quería responder a todas esas preguntas de manera lógica, a Mónica se le amontonaban más de mil ocasiones donde ella misma había sentido esa sensación. Esa sensación de protección alejada, de como si un ángel estuviera a tu lado ayudándote a no caerte, y si por algo te caías, no te sentías sola, él estaba a tu lado, para que la caída fuera lo más leve posible.

-Mónica, pero quién crees, qué elegía tus regalos…le dijo Nthaxa asombrada, pero con una sonrisa en los labios. -Sé que Paolo no iba personalmente, que mandaba a Raúl, pero era Paolo quien le decía que comprar-contesto Mónica rápidamente.
-Mónica, por dios Paolo ni tiene gusto, ni elegancia y mucho menos, interés de moverse por ti ni por nadie.
- ¿Entonces?...…. ¿Cómo acertaba con mis gustos?
-Hija que ingenua.! soltó Nthaxa con voz fuerte y firme.
-Mónica a Raúl le gustas desde hace tiempo, nunca te dijo nada por qué eras la mujer de Paolo, y ya sabes bien con que gente se mueve Paolo. Irían a por ti, para hacer sufrir a Raúl, manteniéndose alejado de ti, es la mejor manera de tenerte cerca, de verdad no te has dado cuenta... Si Raúl acertaba, con los regalos, es porque está pendiente de ti, sabe tú gustos, y tus manías, sabe que te hace reír y llorar, sabe tu color favorito, y mil cosas más. Mónica estaba, anonadaba, ahora le encajaban las piezas. Aunque tampoco se olvidaba que fueron, Sandro y él, quien la encerraron para que Frank Pizciani, abusara de ella, y Raúl no movió un dedo para evitarlo. M.L.C


CAPITULO 8
 

Aunque a Mónica, le preocupaba más descubrir la trama de Paolo, que interesarse por Raúl. Eso no quitaba que por las noches mirara a través de los cristales de su ventana, para asegurarse que Raúl velaba por ella todas las noches. Mónica esa noche no pudo dormir dándole vueltas y vueltas a la cabeza pensando en cómo descubrir a Paolo, que Paolo no lo supiera, contentar a los Pizciani, y poder salir de Brindisi. Aunque en su cabeza sabía que Brindisi era su lugar donde quedarse, aunque por ahora no le había ido nada bien. De repente recordó palabras de su tío Sandro si no puedes con ellos, únete a ellos, pero nunca seas uno de ellos. Mónica sabía que tenía que cambiar, que nunca volvería a ser la de antes pero tenía que luchar para volver a ser Mónica una chica libre, y si tenía que hacer tratos con la mafia, vender el club, lo haría, pero antes tenía que salvar a esas niñas. Esa mañana fue a la peluquería, se compró ropa nueva y empezó a cambiar su manera de vestir, empezó a cuidarse más, y sin mucho atrevimiento a tontear con los clientes, cualquier cosa para no levantar sospecha, y comenzar a comportarse como una Dama, pero sin olvidar su propósito seguiría estando en la barra y llevando las cuentas de Paolo, pero necesitaba que los clientes, la viesen como una Madame, y ganarse su confianza, para saber que clientes son de Pizciani, de Campari, o quién de ellos se encargaba de traer chicas al club. El primero en mirarme dos veces fue Paolo, pero Mónica siguió su ritmo como si no se diera cuenta. Al rato apareció Raúl con unas facturas. - Pasa Raúl, pasa, dijo Mónica muy amable.
- Gracias, señora solo le traigo las facturas del mes, que el señor Paolo me ha dado. Y agachando la cabeza, pero subiendo la mirada, no podía no mirar a Mónica.
-Por favor, Raúl, háblame de tú, como lo hiciste el otro día, en la cafetería. Por cierto, muchas gracias.
- No hay de que, señora, para eso me paga el señor, para cuidarla. Soltó Raúl sin más.

- Ok. Puedes irte Raúl. Mónica se quedó blanca ante la respuesta de Raúl, pero tenía que seguir con el plan. Salió de la oficina, para ver a los clientes, y al primero que vio fue a Frank Pizciani, el cual le hizo gesto de acercamiento y mientras Mónica se acercaba con paso firme. Recordando las palabras de Nthaxa, (muévete con firmeza, pero sensual, que se escuchen tus tacones pero que vean seguridad en ti). Saludo a Frank con un apretón de manos firme y una sonrisa ingenua, se sentó a su lado y antes de preguntarle nada el señor Pizciani, ordeno a Paolo que se fuera, y eso a Paolo no le sentó nada bien. - - Y, ¡bien Mónica que tienes para mí! preguntó sin más el Señor Pizciani - Señor Pizciani, la verdad tengo todo en el aire, pero ya le digo yo que Paolo está metiendo droga de otro proveedor, y vendiéndola como suya. - Quien es su proveedor! dime Mónica, ¿quién?, ¡se le va a acabar el tiempo a Paolo, se va a enterar él y sus clientes, de quien es Frank Pizciani!, ¡CHICOS! Grito Frank.
- ¡Señor, podría darme un poco más de tiempo, y me aseguro de todo y, necesito saber cómo se trae Paolo a las chicas, que me da a mí que, de legal, nada!
-Mónica, no trates conmigo, no somos amigos, si quieres tu libertad ya sabes que tienes que hacer, ya me encargo yo de Paolo, tú dedícate si quieres al club, mis chicos se encargarán que no te falte clientes, y si te portas bien con nosotros, nadie se atreverá a tocarte.
- Mire, Señor Pizciani (Mónica subió el tono), no se lo tome a mal pero el club me la suda, pero Paolo está engañando, robando y drogando a unas niñas inocentes ….
- Mónica ese no es mi problema, (alzo la voz Frank) yo me dedico al negocio del narcotráfico con quién se acuesten esas putas me trae sin cuidado…. - A Mónica, que escuchar la palabra “putas “utilizada de forma despectiva, le dolía en el alma, no se aguantó se levantó tan de golpe que Sandro y Raúl, dieron un paso adelante echando la mano a su arma, por si hiciera falta… Mónica clavó su vista en Frank, con ojos bien abiertos y rostro serio lleno de rabia y olvidándose con quién estaba hablando le grito,
-Mire Señor Frank Pizciani de los cojones...!!! me tiene muy harta,!!!si quiere, …repito si quiere, pegarme un tiro, volver a violarme, o cortarme en trocitos, me da igual pero usted sin esos matones no es más que un viejo aburrido que se dedica a matar a quien le lleva la contraria y esas putas como usted las llama son más honradas que usted, porque con su trabajo y su esfuerzo, tienen que aguantar a babosos como usted, y otra cosa le dijo, esas niñas no quieren ser putas, Paolo las droga y esas putas, como usted las llama son las únicas que me pueden ayudar, a recuperar su droga y su fama, así que la próxima vez que las llame putas, recuerde que me están ayudando y que con su ayuda yo le ayudo a usted …, ellas se arriesgan por usted, solo le pido un poco de tiempo, para poder ayudar a esas chicas las quiero liberar no quiero niñas en el club, agradecería toda su ayuda, pero me conformo con un poco más de tiempo.

 

Capitulo 9
 

Frank, muy enfurecido se levantó, alzo el dedo índice a la altura de su boca y señalando a Mónica, le dijo:
- Mi querida Mónica, no vuelva usted a hablarme de ese modo, la última vez que una mujer se atrevió a a hablarme de esa forma fue mi madre, y yo mismo la maté con mis manos. Y si ahora mismo no le pegó un tiro es porque tengo, tres mesas más atrás al comisario Mastrello que aunque está colocado, si le pegó un tiro, me tendrá que detener, así que señorita Mónica, yo esta noche, no dormiría tranquila, puede que ya Raúl no la proteja, y Paolo está deseando pillarla a solas. Frank se giró lentamente, orgulloso de su amenaza.
-Perdóneme Señor, Pizc. (se escuchó un gran estruendo), PLAAASSS…! todos en el club, miraron a Frank, Mónica en el suelo, no se lo creía, si no fuera por lo mucho que le ardía la mejilla. Frank se agachó le aparto el pelo de la cara y con voz dulce, pero el gesto de su cara frio con el hielo, le dijo:

- Primero señorita Mónica, si usted no está alternando como las demás chicas es porque veo en usted algo más que una puta, o una puta muy lista, todavía no lo tengo claro. Tiene usted coraje, y paciencia, piensa las cosas antes de actuar, tiene carácter y dos ovarios para hablarme de tú, y a eso nadie se ha atrevido nunca, o es muy valiente, o una estúpida que le da igual morir, en cuanto descubra cuál de las dos es, a si tomare una decisión, si matarla por lista, o dejarla vivir por idiota, mientras tanto no se pase ni un pelo y recuerde que su libertad y su vida está en mis manos y segundo, se está acercando el comisario, finjamos que no pasa nada, o ya no dormirá en su cama, esta noche, piénselo bien.
Mónica con los ojos abiertos como platos, no podía articular palabra, asintió con la cabeza, y de un tirón Frank la levanto justo antes de que el comisario —Mastrello—- llegara donde estaban ellos.
-¡Que pasa aquí,! grito el comisario,¿ se encuentra bien señorita? Frank se apuró a contestar, tranquilo jefe siga con su fiesta la señorita es la Dama de Paolo, y ya sabe cómo son las mujeres, se compran zapatos que luego no saben llevarlos. Mónica, agacho la cabeza por un segundo, y avergonzada, no sabía que decir, pero sabía que tenía que decir algo, o seria para todo el mundo la Dama tonta de Paolo. Tranquilos estoy bien, dijo Mónica con aire arrogante. Señores sigan con sus copas y su compañía, que, gracias a ustedes, podre comprarme más zapatos. Mirando fijamente a Frank. Mónica se dirigió a la oficina, dolida más en su orgullo, que en la mejilla. ¿Cómo podría ayudar a esas niñas?, se dejó caer en su silla, sin ánimo de nada, pero pensando en cómo ayudarlas. Llamaron a la puerta, y antes de poder contestar la puerta se abrió de un golpe.
- ¿Señorita Mónica? le doy tres meses, para solucionarlo todo, ni un día más...… Mónica no sabía que decir…gracias, Señor Pizciani. Dijo Mónica agachando la cabeza.
- A partir de ahora, Raúl será su sombra, si da un solo paso sin Raúl lo sepa, yo mismo me encargaré de llevarla al peor burdel que jamás haya visto y que no le falten clientes, y sabiendo que es usted Dama de Paolo será un caramelito para toda esa gentuza haraposa entendido!!!., gritó el señor Pizciani, y saliendo por la puerta con el gesto más relajado, se vuelve y mirándola, con un tono suave, le dice.
-Relájese señorita si quisiera matarla ya estaría muerta, si le echa los ovarios a la vida, como me los ha echado a mí en el salón, no tendrá problemas, es usted una mujer con fuerza, y eso me gusta. …y con una sonrisa y la mano ya en el pomo de la puerta pensó en voz alta...…Me gusta esta tía carajo, con su cara de no haber roto un plato, y la cabrona es capaz de romper la vajilla. …y la puerta se cerró.

Mónica seguía sentada en su silla, se echó sobre sus brazos en cruz, sobre su mesa y lloro sin saber ni por qué. Lloró y lloró esta que ya parecía estar más tranquila y relajada. Levantó la cabeza, se asustó al ver algo blanco delante de su cara, se echó hacia atrás, todo lo rápido que pudo, que no era mucho, pues enseguida se tropezó con la pared.
- Siento asustarla, señorita Mónica … (Era Raúl que sostenía en su mano, un pañuelo blanco).
Joder, Raúl que susto me acabas de dar. ¿Por qué ese cambio de Frank Pizciani, hacia mí? me va a volver loca, primero quiere matarme, ¿luego le caigo bien?
- ¿Señorita Mónica, puedo llamarle, Mónica ?, ya que vamos a pasar tiempo juntos sería más cómodo para mí?
- Agradecería que me llamara solo Mónica. Contesta ella muy  tranquila.
-Mónica, aunque no te lo creas, no sé por qué, pero le gustas a Frank, dice que tienes más agallas de lo que tú misma te crees, pero por algún motivo quiere que tú seas quien descubra a Paolo y está seguro de que liberaras a esas niñas.

Capitulo 10

Y, ¿Cómo puedo ayudar a esas niñas Raúl?, Paolo solo me deja ver los papeles administrativos del club, no sé cómo hacerlo. Y Mónica volvió a cruzar sus brazos y hundir su cabeza.
- Del mismo modo que lo hace él, dijo Raúl con voz firme. 
- Mónica, levanto la cabeza suavemente - ¡no te entiendo! y con cara desconcertante miro a Raúl.
- Dime Mónica, ¿Cómo conociste a Paolo?
- y Mónica, volvió a hundir su cabeza entre sus brazos, mientras recordaba lo tonta que había sido.
- Pagarle con la misma moneda. Soltó Raúl con una sonrisa en su cara. Mónica, no sabes lo atractiva que te ves cuando te enfadas. No te fijaste que todo el club te miraba, cuando saliste de esta oficina con paso firme.
- Sí....  Sobre todo cuando estaba en el suelo. Dijo Mónica, con una pequeña sonrisa.
Los dos se miraron, con gesto de complicidad.
- Pero sí. Si te entiendo. Le dijo Mónica moviendo la cabeza a  modo de afirmación. ¿Lo que no entiendo es que voy a conseguir con esto?
-Mónica, si los socios de Paolo te ven fuerte, una mujer elegante, con los pies en la tierra y que no te tiembla la mano en los negocios, té aseguro que te verán como un aliado fuerte, y querrán tenerte a su lado, y cuando eso ocurra te contarán todos sus secretitos. NO hay cosa que les haga crecer más el ego que contar sus batallas, y si es a una mujer más.

- Esa misma  noche, camino a su casa, volvió a tener la misma sensación de que un coche oscuro la seguía, y sin dejar de mirar la carretera, cogió su móvil, lo coloco en el soporte, e intentaba ir despacio para poder ver la cara del conductor, pero  entre los cristales tintados, la oscuridad de la media tarde cuando empieza a caer el  sol y las gafas de sol del conductor  no conseguía ver  nada, y su corazón empezaba a acelerarse, intentaba concentrarse y no perder los nervios, pero  cada segundo le costaba más. Sin saber cómo, termino en la vieja carretera, la misma que la llevaba a la cafetería de la última vez. Y casi por inercia llamó a Raúl. 
-Raúl, ¿hola qué tal?, dijo temblando le la voz.
- ¡Te pasa algo Mónica!, te noto preocupada, ¿Mónica dónde estás?
-Nada, nada estoy bien, estoy en la cafetería de la carretera vieja, la de Mario Mareti, pero estoy bien. Tonterías mías. 
-Mónica ¡¡que pasa!! grito Raúl con voz firme.
- ¿Es que...? a Mónica le daba casi vergüenza llamarlo y que no fuese nada.
-Perdona Raúl es que me he puesto nerviosa creo que un coche me sigue, pero tranquilo, quizás no sea nada, me tomaré algo en la cafetería y ya me voy para casa.
-Mónica. ¡Dime que el coche no es uno oscuro, con los cristales tintados y un logotipo dorado en el lateral derecho! 
- Sí... Si contestó, Mónica rápidamente. 
Y, Sin decir nada Raúl colgó sin despedirse. 
Mónica entendió que no era tan grave cuando Raúl no le dio importancia. Se sentó en la esquina más alejada de las ventanas de la cafetería, pensando que es lo que se tomaría. Le apetecía un buen café, pero los nervios los tenía a flor de piel, mejor pedir una infusión. La cafetería una de esas cantinas oscuras donde parece que se parase el tiempo, dé esas que, al entrar, huelen a vino metido en barriles de madera, dónde el paso de litros y litros de vino, casi no dejaban ver las líneas de madera, de las barricas. Con el vaso entre las manos, sintiendo el calor y el agradable olor a melisa y menta, Mónica se relajó, y por primera vez se fijó en aquella decoración de piedra y madera oscura, qué contrastaba con el cobre de cucharones y cacerolas que colgaban de sus paredes. Y siguiendo con la mirada en las paredes, su mirada se paró en aquella lámpara de hierro negro, en forma de corona, en medio del salón donde lo que parecía, que ondulaban la luz de cinco velas no eran más que una pequeña imitación eléctrica. Y eso hizo que Mónica sonriera, levemente. Ya casi ni se acordaba que hacia allí,giro levemente la cabeza  hacia el gran ventanal que tenía la  cafetería, y allí apareció Raúl como de la nada, con su traje oscuro, esta vez sin corbata y su pelo rizo negro y ese semblante serio, digno de un guardaespaldas de su categoría.
Mónica lo vio entrar, decidido, con fuerza, y mirando para todos lados buscándola con la mirada aun sin saber dónde estaba sentada.
- ¡Raúl!, grito Mónica levantando la mano.
- ¿Estás bien?, ¿te han hecho algo? Preguntó asustado Raúl.
-NOOO...Pero que pasa, ¿Qué haces aquí?
-Me acabo de cruzar con el coche oscuro que me has descrito, se quien son.
-No me asustes, Raúl que por hoy ya tengo bastante.
-Mónica he estado pensándolo mucho, no estás segura viviendo en esa casa, tengo un amigo que es piloto, y tiene unas casitas en el campo, siempre me guarda una. Me gusta ir allí, cuando quiero despejarme, estará protegida, y yo estaría más tranquilo.
- Tú crees que debería dejar mi casa, ¿tan grave ves la situación?
-No es gravedad, es precaución. Paolo tiene poca paciencia y como sospeche que estás hurgando en sus negocios, sabe dónde vives, y puede mandar a cualquiera a que te dé un susto. No hablo de que te cambies de vivienda, es simplemente que Paolo no sepa dónde encontrarte todas las noches.

- ¿Pero tú me protegerías verdad?, preguntó Mónica preocupada.

-Daría mi vida ahora mismo, sí con eso obtuvieras tu libertad y la de esas niñas, contestó Raúl con voz firme.
Una leve sonrisa apareció en los labios de Mónica, acompañada de ese rubor de colegiada quinceañera.
Raúl acompañó a Mónica hasta su casa y después de comprobar que todo está bien, le recordó a Mónica la idea de irse unos días al campo.
-Raúl ¿por qué no te quedas esta noche?
-Debería irme ya, Mónica.
-Quédate, Raúl por favor.
Y antes de que Raúl pudiera contestar, Mónica lo beso con pasión. Raúl que la deseaba desde el mismo día que la vio no pudo contenerse la cogió en peso la subió a la habitación, y los dos se fundieron en una ardiente noche de pasión.
Capitulo 11

Al despertarse Mónica, vio que en la mesita había una nota: Mónica tienes, café y dulces en la cocina, me tenía que ir y he visto que no tenías nada para desayunar. Piénsate lo de mi amigo piloto, té llamaré esta tarde, y si puedo me paso por el club. Recuerda, muéstrate, sexi frente Paolo, no puede sospechar nada, que siga creyendo que eres solo una mujer florera.
P.D: No tiene ni idea de lo inteligente y maravillosa que eres.
Mónica se había pasado todo el día pensando en la idea de pasar unos días en el campo, y si más lo pensaba más se convencía.
-Hola, Raúl, he pensado lo de irme a la casa de tu amigo y creo que es lo mejor. Llamó por teléfono Mónica.
-Hablamos esta noche, ahora no puedo, y sin más colgó.
Mónica se quedó cortada, pero sabía bien que en su trabajo era muy serio. Aunque no le gustaba nada esa actitud.
Por la noche, Mónica tuvo mucho trabajo, algunas de las niñas empezaban a contarles sus problemas, empezaban a confiar en ella, pero debía darles tiempo, y no forzar la situación. Mónica se tragaba las lágrimas, escuchándolas, en el fondo ella había tenido suerte, en no terminar como esas niñas. Entre facturas, y algún que otro cliente pesado, estaba cansada, pero sabía que Paolo estaba a punto de llegar. Y.... ¡Ahí estaba él! y como no, bien acompañado por dos estupendas azafatas de vuelo. Fácil de deducir si se pasean con el uniforme de vuelo todo el día. Mónica se metió en la oficina, se puso su vestido blanco corto, sus tacones negros de aguja y con un recogido hecho a mano y sujeto con uno de sus bolígrafos favorito, un simple boli Vic, salió al salón, con elegancia y dedición. Todos en el club se giraron para verla, eso hacía que Mónica se sintiera más poderosa. Al principio Paolo no le dedico ni una mirada, pero al ver que Mónica se contoneaba y todos se giraban al verla, empezó a ponerse un poco nervioso, no porque le importase Mónica, sino porque el que más la miraba con adoración era el S.  Frank Pizciani. Al igual que el jefe de los Campari, o los Caravaggio todos se sentían atraídos e impresionados con la elegancia y la seducción, con la que se movía Mónica. Todos la deseaban, pero no como una chica más del club, sí no como una posible socia. Eran muchos los rumores de su buen hacer con el tema administrativo, e incluso por la calle algunos habían cambiado su manera de referirse al club. Paso de ser La Bella Compagnia de Paolo, a La Bella Compagnia de Mónica, cosa que a Paolo se le retorcían las entrañas.
Hizo algunas averiguaciones sobre algunos proveedores de la droga. Nada nuevo que ya no supiera. Necesitaba saber cómo se traían chicas nuevas al club. NO había suficiente confianza para que alguien le contara algo así, pero ya notaba ese aire de confianza así, que no quiso forzar más la situación y volvió a la oficina a ser ella misma. Ya descalza, con el pelo suelto y el boli en la mano, llamaron a la puerta, por la silueta sabía perfectamente que era Raúl.
- Hola, Raúl. ¿Estoy cansada me acompañas a casa?
-Claro, por supuesto, ¿Mónica te has pensado lo de irte al campo?
-Sí. Lo necesito, estoy agotada. Si pudiéramos irnos este finde sería genial. Van a cerrar unos días el club, ya sabes esa manía que tienen Paolo de renovar decoración cada 6 meses, y la verdad no me apetece estar por aquí.
-Hablaré con mi amigo Jorge, pero sé que no hay problema tiene varias casitas cerca del aeródromo, como ya te dije. Me gustaría acompañarte, pero ya sabes que mi trabajo es difícil, y no dispongo de ese tiempo libre del que la mayoría de los mortales disponen. Y el S. Pizciani, quiere que me asegure que estarás bien.
¡Al final me voy a poner celoso ya lo verás! y guiñándole un ojo, consiguió que Mónica sonriera.
Otra cosa, no me preguntes como lo he averiguado, y no tendré que mentirte, pero los Antoneles se encargan de transporte "especial”, no sé si me entiendes, de Paolo.
- Eso es estupendo. Dijo Mónica sonriente, pero entonces ¿sabemos que son los Antoneles?
-No, Mónica, solo sabemos la parte del transporte, las cosas no funcionan así. Dijo Raúl con firmeza.
-Pero sí, estamos cerca. Intento dar ánimos a Mónica.
Pero por favor este fin de semana desconecta y el lunes verás las cosas con más claridad.
-Ya verás, Jorge te va a encantar.Es la única persona en la que confió  cuando estoy estresado. Pasar un par de días con él, es desconectar y cargarte las pilas al cien por cien.
De camino al aeródromo, no podía para de pensar en las niñas, aún a pesar de darles el día libre, después de una buena discusión con Paolo. Pero había muchas niñas que no habían salido de las puertas del club, desde hacía años. Por supuesto, bajo la mirada atenta de los guardaespaldas de Paolo, qué más que guardaespaldas parecían hienas a la espera de  que su jefe les echara carroña. Era una de las condiciones para dejarlas salir. No era mucho, pero ya había conseguido algo. 
-Ey... Tierra llamando a Mónica. Bromeó Raúl.
-Perdona Raúl, sonrió Mónica.
Llegamos a Pescara, allí nos estaba esperando Jorge. Comimos los tres juntos, la velada fue muy tranquila, pero verlos a los dos, me chocaba lo diferentes que eran.
Raúl, siempre de traje y corbata, serio, correcto y hombre de pocas palabras.
Jorge, de sport, camisa semi abierta, semblante relajado, hablador y bromista.
-Bueno, chicos me tengo que ir, Jorge gracias por todo, y si necesitáis algo decírmelo, vale. Cuídamela.
-Y tu Mónica desconecta un poco sí. No te preocupes pasaré por el club, y buscaré a las chicas para asegurarme que estén bien, e intentaré averiguar algo más de los Antoneles, vale.
-Gracias, Raúl, por todo.
-Bueno señorita Mónica, ¿está usted preparada para volar?
-Perdón, volaaarr...Raúúllll. (grito Mónica asustada)
Raúl y Jorge se miraron y riéndose con complicidad, hicieron oídos sordos.
- ¡Por qué crees que le llaman piloto!, grito Raúl a lo lejos desde el coche.
Justo detrás del restaurante, había una gran explanada y allí se veía la avioneta.
- ¿No pensarás que me voy a montar en esa cosa, ¿verdad? le advirtió Mónica a Jorge. 
-Como usted prefiera señorita, pero el hotel más cercano está a tres horas andando, que con los tacones que llevas...que ya pasó el único urbano, y que la gente no es muy de llevar a desconocidos en su coche...la espero mañana para el desayuno. (y se subió en la avioneta)
- ¡Vale! Espera por dios. ¿cómo se sube una en esta cosa?
Las vistan eran maravillosas, no lo puedo negar, pero estaba tan nerviosa ,y tan agarrotada, que solo movía los ojos para ver algo más del horizonte.
Por fin aterrizamos, y ya con los pies en el suelo y sudando como si me cayera un cubo de agua encima, pude respirar.

Capitulo 12
 

Desde la pista se veían unas casitas de madera preciosas y el sitio era magnífico. Era como un pequeño pueblecito donde el reloj parecía no marcar las horas. Donde la prisa estaba tranquila, y el tiempo no tenía prisa. Jorge me presento alguno de los chicos que trabajan con él, y vivían en alguna de las casitas. A pesar de estar sola con unos desconocidos me sentía como si los conociera de siempre. Es increíble esa sensación de no sentirte extraña con gente que nunca habías visto. Deje la maleta en la que durante estos días sería mi nueva vivienda. Una casita de madera que evocaba a la tranquilidad, pequeña, pero con todo lo necesario. Salí a pasear, y sin darme cuenta ya había caído la tarde, me senté en uno de los bancos de madera repartidos cerca de las viviendas. Ahora entiendo por qué estaban todos mirando hacia las pistas del aeródromo. La caída del sol, desde esta posición eran alucinante. Al rato vi como aterrizaba la avioneta en la que Jorge me había traído, y eso hacía que la postal que tenía delante de mis ojos, fuera simplemente insuperable. De la avioneta sé bajo un muchacho joven de unos 23, o quizás 25 años, y Jorge. El muchacho se sentó a mi lado, y me pregunto si yo sería la siguiente.
- ¡NO!, solo vine de relax le contesté educadamente,
-No tengas miedo. Jorge sabe muy bien lo que hace. Es verdad que los nervios son inevitables, pero es tanta la confianza que te transmite y su profesionalidad es intachable, que una vez en el aire, los nervios se quedan en tierra. ¿Sabías que Jorge fue uno de los managers  del mundo de la música mejores pagados, hasta hace 5 años?
-No tenía la mayor idea. Conteste con asombro.
-Lo dejó todo por un sueño. Su sueño y su chica. Una vida tranquila, con su escuela de aviación compartiéndola con ella.
-AHH... ¿su pareja también es piloto? pregunté por curiosidad.
-No....eh, dicho su chica su TECNAM P96, su avioneta, su favorita, su niña mimada.
-Fue inevitable, no reinos los dos casi a la par.
Son muchos los jóvenes, que tienen a Jorge como referente en sus vidas. Él, mejor que nadie sabe lo que es vivir la noche, y los chicos lo ven como un gran amigo y alguien de quien aprender. Vienen chicos de todas las partes del mundo, unos a que les enseñe a volar, y otros ... (mirando para todos lados para que no lo escuchara nadie), yo pienso que vienen solo a conocerlo y a escuchar sus consejos. Y los dos sonreímos a modo de complicidad.
- ¿No te has subido nunca? Me pregunto señalándome la avioneta en la pista.
-La verdad es que hace poco que acabo de llegar, en esa misma avioneta.
- ¿A qué la sensación es inigualable? Pregunto el muchacho, esperando que mi respuesta estuviera llena de emoción.

-Bueno me pillo a  traición, no sabía qué me iba a subir a una avioneta ,hasta que la tuve delante. Pasé tantos nervios que creo que no pude disfrutar de esa sensación de la que hablas.
-Eso se puede arreglar señorita. Dijo una voz detrás de mí.
Gire rápidamente la cabeza, y allí estaba Jorge apoyado en una  esquina .
-No gracias, ya me he duchado una vez, y levantándome, me despedí del muchacho y me fui.
¡Mañana al atardecer te subirás señorita! Grito Jorge, yéndose con el muchacho en dirección opuesta a la mía. Quería haberte contestado, pero ya estaban lejos.
Después de cenar llamé a Raúl.


Capitulo 13
 

-Qué tal Raúl, ¿Cómo estás? Pudiste averiguar algo más.
-Hola, Mónica. Lo siento, solo he tenido tiempo de pasar a ver a las niñas, y están bien, bajo la mirada de las hienas, pero bien. No he tenido tiempo de hacer más, el S. Pizciani ha estado de un lado para otro y he tenido que acompañarle. Pero esta mañana mientras hacíamos un servicio para el S. Picziani Sandro se alejó de su zona de vigilancia, me acerque para ver qué le pasaba, y sin que él se diera cuenta, vi cómo estaba hablando con Manuel, el hermano pequeño de los Antoneles.
- ¿Qué pudiste averiguar?, preguntó Mónica con intriga.
-Nada, Solo estaban hablando, pero no sé, no se traen nada bueno estos dos. Está totalmente prohibido abandonar a tu protegido en un servicio. Pero si a eso le sumas que estás hablando con la competencia, no sé, me da mala espina.
-Pero bueno, no hablemos más de trabajo. ¿Qué tal Jorge?
-Bien, bien, es muy atento.
- ¿Ya te ha convencido para que vueles en su chica? Preguntó, Raúl conociendo bien a su amigo.
-No. Ni hace falta. He venido a relajarme no a estar muerta de miedo subida en esa lata.
-No seas así mujer, Jorge es de los mejores pilotos que he conocido, té aseguro que no correrás ningún peligro con él, además si va subido en su chica, no dejará que le pase nada. Déjate llevar, disfruta el momento,  y confía en Jorge como si fuera yo mismo. Además, yo mismo le pedí que te subiera, te sentara muy bien, es una subida de adrenalina, increíble. Por aquí todo está tranquilo, Paolo se ha ido con el nuevo decorador, las telas no son las que había pedido y las niñas, ya sabes, pero bueno están bien. Anda pásatelo bien, voy a hacerme algo de cenar, nos vemos el sábado.
El día paso rápido. Entre pasear un rato por los alrededores, disfrutar del paisaje y volver  a ver caer la tarde sentada en aquellos bancos .Ya le estaba cogiendo el gusto a eso de sentarme a media tarde a contemplar el anochecer. Sobre las siete, ví cómo se acercaba la chica, con Jorge a los mandos. Esta vez viajaba solo.
- ¡Señorita!, me hacía señales con la mano, mientras gritaba mi nombre.
-Me levanté, extrañada. Y fui acercándome a la pista. Jorge seguía haciendome  aspavientos con la mano. Pero no entendía lo que me quería decir.

- ¿Vamos señorita? seguía gritando Jorge bajándose con un dedo las gafas de sol, y mirando por encima de la montura, mientras señalaba a la avioneta.
- ¡NOOO! no... no ...Ya te dije que no me iba a subir...y salí corriendo.
- ¡Mónica, espera por favor, en serio.!
Gritaba Jorge, mientras aceleraba el paso detrás de mí. No tardo nada en alcanzarme y  me agarro del brazo.
-No te pasará nada, te lo prometo.
Solo quiero que pruebes la sensación de tener el mundo a tus pies. La tensión, la adrenalina, la libertad. Te aseguro que no es comparable a nada de lo que hayas vivido. Déjame hacerte sentir libre por un rato, déjame enseñarte Bríndisi, como nunca lo habías visto.
-Déjame enseñarte Bríndisi, como nunca la habías visto.
-Algo recorrió mi cuerpo, como una corriente de electricidad. El recuerdo de mi tío Sandro volvió a mi mente, al escuchar (déjame enseñarte Bríndisi, como nunca lo habías visto).
-¡Vale! dije sin pensármelo mucho y aun con el recuerdo de mi tío Sandro en la cabeza.
-Me subí casi con los ojos cerrados, ya subida en su chica, Jorge me apretaba en cinturón y nos pusimos los cascos. Abrí los ojos al escuchar el motor, y miré a Jorge que se moría de la risa de ver mis nervios a flor de piel. Lo miré, y sonreí, casi sin darme cuenta, y terminamos riéndonos los dos y mis nervios cada vez se iban relajando más. Y he de decir que Jorge tenía razón, la sensación de libertad, las vistas, la adrenalina, no me salían las palabras, parecía una niña en un mundo de mil juguetes. NO sabía para donde mirar, quería verlo todo, me faltaba sacar la cabeza por la ventanilla, quería gravar cada imagen que pasaba delante de mí. Desde el aire el mundo es solo una pequeña maqueta, donde tú, en tu soledad eres dueño del mundo.
- ¿Puedes cerrar la boca cuando quieras? se reía maliciosamente Jorge de mí.
- ¿Te atreves con los mandos? es fácil, mira, tú solo intenta mirar hacía el horizonte.
- ¡Dios, no me dejes sola! Grite asustada.
-Pero si no podía ver más allá de las hélices, como quería- que mirase al horizonte.
-Ey, no lo haces mal. Dijo mientras ponía algo de música. Menos mal, que aterrizamos pronto, porque la verdad estaba temblando. Al poner los pies en tierra me di cuenta de que tenía la espalda mojada. Habían sido horas de nervios y muchas sensaciones juntas.  
-Qué tal, señorita ¿Cómo fue? Pregunto Jorge, sabiendo la respuesta.
-Por su mirada brillante, sabía perfectamente que había disfrutado. Al mirarte, su mirada te llegaba al alma, te atravesaba el cuerpo, transmitía una tranquilidad de esas de saber que la respuesta era satisfactoria. Sabía cómo se sentía alguien solo con mirarla. Aunque al principio parece un tipo algo pasota, cuando lo ves en su avioneta, cambia por completo su profesionalidad, es impoluta. Cuando está en el aire se siente cómodo, y eso se le nota en cada poro de su piel y aunque el paisaje lo tiene más que visto, parece que nunca las haya mirado, volar es su mundo y su mundo es un sueño, sigue disfrutando en cada vuelo como el primer día. Su vestimenta es la perfecta para su manera de ser, una mezcla de comodidad, elegancia con un toque de surfeo, que hace más cercana su manera de ser. Quizás por ser de las pocas personas que han hecho de su pasión su día a día.
-Muchas gracias, Jorge, siento haberme puesto tan negativa, y gracias por insistir. ¡Ha sido magnífico! Gracias a ti, he visto desde el aire la belleza de la que mi tío Sandro tanto hablaba y adoraba. Su querida Bríndisi, su cuento, su mundo, él mi príncipe y yo, su princesa.
-De nada señorita. Haciendo una reverencia como un plebeyo delante de su príncipe.
- ¡Idiota! le grité con una sonrisa amable.
- ¿Me gustaría, conocer a tu tío? Dijo Jorge.
-Hace tiempo que murió, pero seguro que le caerías muy bien.
-Ya me di cuenta señorita. Pero su sobrina podría presentármelo a través de esas historias mágicas de mí también amada Bríndisi, aunque Pescara es un bonito lugar, mí amante siempre será Bríndisi.
-Está bien, un día te cuento. Le confirmé, con la cabeza.
-Después de cenar, señorita, ¿Qué te parece?, Y te enseño todo esto, señalando todo alrededor, solo con las luces de la pista y como foco principal la luna.
- ¡Quieres dejarme descansar! Le grité, mientras de un portazo cerré la puerta de la casa.
El sábado llegó Raúl, comimos juntos en la terraza de Jorge. Raúl traía noticias 
-Bueno Raúl, que tal todo, cuéntame.
-Esto...Mónica, tengo una noticia buena y otra mala.
- ¡La mala!, soltó sin titubeos Mónica.
-He encontrado a Liu, pero Mónica lo siento, Liu está muy mal. La vi por la calle, pidiendo limosna, con ropa ara posa, esta famélica, y enganchada a la heroína. Ni siquiera me reconoció. Vive en el barrio viejo, en un cajero abandonado lleno de cartones. Según pude averiguar... (Raúl no quería seguir provocándole tanto dolor así que agacho la cabeza y no siguió hablando.)
- ¡QUE...! Dime, no pares. Las lágrimas de Mónica no tenían Consuelo, sus manos húmedas no paraban de limpiarse la cara, no te calles, por favor ahora no.
- ¿Dime que más sabes de Liu, por favor no te calles?, rogó Mónica con el corazón roto.
Paolo la paseó, por todos los clubs, la mando a los peores burdeles hasta agotarla. La cambió como mercancía barata a los Antoneles quien la humillaron, y la obligaron a consumir y a vender droga, paso de mano en mano como un pañuelo de papel, y cuando ya no les sirvió,  la echaron a la calle, pero ya era tarde ,estaba enganchada, y ofrecía sexo a cambio de droga.
Mónica lloraba sin control, la rabia, la impotencia, y la ignorancia de que todo esto pasara delante de ella, la estaba ahogando, sabía que cada minuto que pasara cualquiera de las niñas podía correr la misma suerte que Liu.
- ¡Vámonos Raúl!, quiero irme, quiero ver a Liu. Estoy segura de que a mí me reconocerá. 
-Mónica espera, son las 2 de la madrugada, llegaremos a Bríndisi, y todavía no habrá salido el sol. ¿Qué vas a hacer? ¿meterte en el barrio viejo a esa hora?
- ¡TÚ!, señaló a Jorge. ¿Podrías llevarnos en tu avioneta?, y en una hora estaríamos allí ¿verdad?
-Si, claro. Pero en la avioneta solo cogen el piloto y el copiloto. Dijo Jorge.
-Mónica, ¡quieres tranquilizarte por favor!, hoy no podemos hacer nada. Mira recoge tus cosas y mañana bien temprano salimos, y para las 10 de la mañana estaremos allí. Y por favor no te hagas muchas ilusiones, con Lui, ya te dije que estaba muy mal, quizás ni te reconozca. Y se despidieron de Jorge.
-Gracias, amigo por todo, y con un apretón de manos se despidieron los dos amigos.
-Gracias Jorge, por tener tanta paciencia contigo, y convencerme de subir a tu lata, bueno a tu chica, ha sido una gran experiencia, siento no quedarme más rato, pero como ves tengo muchos problemas que solucionar.
-Ya sabéis, cuando queráis aquí está mi casa.
-Ey señorita espero que algún día vuelvas para que conozca a tu tío. (Y volvió a hacer esa reverencia de plebeyo).
- ¡Volveré! Afirmó Mónica con una leve sonrisa. - ¡RAÚL! ¿y la buena?, pregunto Jorge.
- ¿Cómo dices?, se sorprendió Raúl.
-La noticia, buena, digo.
-Es verdad, dijiste una buena y una mala. Confirmó- Mónica.
La buena que ya sé cómo engaña Paolo, al Señor Pizciani.
- ¡EN SERIO! Gritaron al unísono, Jorge y Mónica, con los ojos abiertos como platos.
Ahora las lágrimas de Mónica se confundían con la alegría.
-Raúl, pero... (Intento preguntar Mónica.)
- ¡No hay pero que valgan!, ahora descansar y ya mañana te cuento.

Capitulo  14

De camino a Bríndisi Raúl le contó, a Mónica todo lo que había descubierto, y ella sabía que era lo suficiente para que el Señor Pizciani, le devolviera su libertad. Pero Mónica solo pensaba en Liu. En su mente veía a una chica de aspecto frágil, pero con una sonrisa siempre en su rostro. Cuando las chicas del club descubrieron que hablaba el mismo idioma, descubrieron una chica dulce, a pesar de su trágica infancia, por niña en china.
-Mónica, ese es el cajero del que te hable. Dijo Raúl sacando a Mónica de sus pensamientos.
Mónica vio como una mujer desgarbada, sucia y con la cara hundida como salía del cajero entre cartones sucios y demás basuras.
-Lui, hola, soy Mónica ¿te acuerdas de mí?
-Si me das dinero, guapa a lo mejor me acuerdo. Dijo Liu pasando sus manos por la lengua y luego por el pelo, a modo de prepararse para recibir algún dinero.
-Lui, soy Mónica, la dama de Paolo, ¿recuerdas, el club?
Lui, empezó a temblar, a mirar para todos lados, agachando la cabeza, no sabía dónde meter las manos.
-No, No, Paolo...Nooo, Liu buena... (Lui estaba atemorizada) Liu buena...Lui buena...Lui buena...Recogió sus bolsas, sus cartones esquivos a Mónica como si fuera una pared.
-Lui, espera... (grito Mónica)
Entonces Lui se giró.
-Paolo malo...Paolo malo... (escupía en el suelo), chicas adiós a Liu, dama Paolo presumir ropa y chico guapo. Lui sola, nadie ayudar a Lui. Lui buena, Lui pensaba tenía amigas, Lui se muere, Lui malita, Lui saber.
-Lui lo siento, lo siento mucho, no tenía ni idea. (Las lágrimas ahogaban sus palabras.)¿Cómo puedo ayudarte?
-Lui poca vida, no ayudar, solo dejar sola, Liu morir pronto, pero Lui morir libre.
-Liu....Liu...gritaba Mónica, mientras Lui se alejaba.
-Lui, se paró y mirando a Mónica:
-Liu, ya muerta, niñas del club como Liu pronto. Ayudar a niñas del club y alma de Lui tranquila.
Y doblo la esquina, sin mirar atrás. Mónica intento seguirla, pero Raúl el agarro del brazo y la abrazo.
Pasado unos días, Mónica volvió a armarse de valor y seguir con su plan.
Paso por el club, todo estaba cambiado, la decoración, la posición de la barra, y lo peor las chicas. ¡Todas nuevas!
- ¡Paolo...! grito Mónica en medio de club.
- ¿Qué quieres loca?
- ¿Dónde están las niñas?
-Ese montón de cadáveres, e refieres.
Mónica que ya no aguantaba más, cogió del cuello a Paolo y a pesar de que Paolo era más grande que ella y con más fuerza, se quedó bloqueado, nunca había visto así a Mónica.
-Se las vendí a los Antoneles, espantaban a la clientela.
-Más te vale que no le pasen nada esas niñas.
-Y si no qué, ¿Qué me vas a hacer tu idiota? Soltándose de las manos de Mónica.
-Ella no sé, (se escuchó una voz detrás) Pero yo sí.
Era el Señor Pizciani, con sus hombres, y como no Raúl.
El señor Pizciani ordeno a Raúl que se llevara a Mónica y que rescatasen a esas niñas.
-Vamos lárgate, ya nos encargamos nosotros de este club. Ya Raúl me contó todo Mónica, rescata a esas niñas y ya hablaremos más tarde.
No fue difícil encontrar el escondite de los Antoneles, Sandro había confesado todo, bueno me imaginó que no por las buenas, pero Sandro se lo merecía. Rescatamos a las niñas, pero verlas era ver a Lui, y eso se me partía el alma. Pero lo importante es que pudimos rescatarlas, Raúl y yo las llevamos al aeródromo de Jorge, sabíamos perfectamente que era el mejor sitio. Con un poco de amor, la compañía de otros chicos que buscaban ser alguien en la vida, el aire libre y Jorge, se recuperarían enseguida. Y el poco dinero que pude ahorrar trabajando en el club lo gasté en el tratamiento de ellas, pero mereció la pena. En un par de días volverán a sus casas, llevarán algo de dinero a sus familias y volverán a empezar una nueva vida. 
Pasados unos días, el Señor Pizciani me cito en el club, hablamos largo y tendido, le conté todo lo que había pasado, lo que había descubierto, todo.
-Mónica tengo que contarte algo. Dé Paolo ya no tienes que preocuparte y los Antoneles ahora trabajan para mí. Contarte que soy el nuevo propietario del club, y me gustaría saber, ¿si tú quisieras ser la encargada de llevarlo?
-No se lo tome a mal, S. Pizciani, pero estoy cansada de esta vida, quiero volver a vivir de día, y dormir tranquila de noche.
-Me lo imaginaba, entonces quiero presentarte a la nueva encargada del club.
-No hace falta Señor, sólo pido que dejen a las niñas ser niñas, que no les roben su juventud...
- ¡Y que no tengan que lucir una peluca rosa!
- ¡NTHAXAAAA...…! Mónica corrió a abrazarla.
¿Pero qué hacer tú aquí?
-Eso mejor te lo cuento yo. Dijo el Señor Pizciani.
-Mónica sabía que eras una mujer luchadora, lo supe desde el día que te enfrentaste a mí, en el club. Pero no estaba cien por cien seguro que pudieras con todo esto. Y como comprenderás cada paso que dabas era informado. Una cosa es que confíe en ti y otra que no me preocupe por mis negocios. Cada paso que dabas yo iba por detrás y cada paso que dabas confiaba más en ti, en ningún momento me traicionaste ni pensaste en abandonar. Una semana después que tú hablaras con Nthaxa, hablamos con ella le proporcionamos una casa nueva y su niña está en tratamiento. A cambio le pedí llevar este local contigo creo que entre las dos será un buen negocio. Una de las condiciones de Nthaxa, fue que nada de niñas.
- ¿Y de las drogas que? Preguntó Mónica.
-Mónica esa parte mejor no preguntes, esto es un negocio no una casa de Caridad. Pero sí, de diré que se les prohibirá a las chicas a tomar, queremos mujeres sanas.
- ¿Entonces que, somos socias? grito Nthaxa
-No, Nthaxa no sirvo para este mundo y lo sabes. Se que lo harás muy bien tu sola.
¿- ¿Y, tú que vas a hacer?  pregunto Nthaxa.
-Antes de que contestes, interrumpió el Señor Pizciani, queremos darte, este dinero, digamos que Paolo te ha pagado un buen sueldo, y has podido ahorrar para ayudar a esas niñas y vivir tú. Y guiñándome un ojo me entregó una caja.
-Primero quiero descansar un poco, despejarme y después quiero viajar, sola. (Raúl había pillado la indirecta) Necesito estar sola, y si el tiempo lo decide me volveré a encontrar con cada uno de vosotros, mirando de reojo a Raúl. Quizás pase unos días con una lata llamada CHICA.Y sonriendo Raúl había vuelto a pillar la indirecta. Quiero ver los lugares que mi tío Sandro vio, quiero recorrer cada rincón de Italia que estuvo. Quiero ir a cada uno de esos sitios donde contaba una historia, donde había una leyenda, donde estaba un cuento, y en cada rincón dejaré una foto de mi tío, con esas historias que tanto me gustaban. Alguien las encontrará, se emocionará y visitaran esos lugares y será como si mi tío, volviera hacer …OTRO VIAJE.

                                                                                                         FIN.

                                   

 

 

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